Por eso algunos hombres son capaces de experimentar el sentido del HONOR,
rango meta-ético por excelencia, mientras que la mayoría solo son capaces de
obedecer su naturaleza psicológica, es decir, el deseo y el amor-tolerancia.
La fuerza de voluntad es fundamento meta-ético, y por su naturaleza
extrapsicológica, es decir, INFINITA, no es una magnitud susceptible de
medición, como pretende la moderna psicología positivista de occidente.
El sujeto psicológico, la mayoría de hombres y mujeres de occidente, sigue las
pautas del sujeto colectivo planetario, es decir, “dios”; Pero el sujeto
individuado, que ha diferenciado su naturaleza espiritual y álmica, es capaz de
hacer su PROPIA VOLUNTAD. Eso es meta-ética, sentido del HONOR.
Solo una VOLUNTAD AFIRMADA EN EL ORIGEN QUE ES EL ESPÍRITU
INCREADO, podrá consolidar los significados, asignando valores cardinales,
allí, en ese mundo sesgado, que es el horizonte cultural decadente de estos
tiempos, y que anida en las esferas psicológicas potenciadas por un sujeto
colectivo castrado de gen-ialidad, de gen-tilidad, de gen-tileza, de gen-te, gen-
uina, gen-eración, herencia ancestral, atributo de la hembra, el PRIMCIPIO DE
ORIGINACIÓN. El sujeto colectivo planetario, prototipo de macho, misógino,
indiferenciado, es el modelo iconográfico que lleva a la humanidad hacia la
uniformidad igualitaria de la colmena, del hormiguero colectivista propiciado por
la tan mentada globalización. La extirpación de la arista, de lo angular, la
supresión de toda voluntad genuina enarbolada por los pocos hombres que se
atreven a ser lo que realmente son, sin máscaras, sin excusas morales
psicológicas, y se encaraman hacia las más altas cumbres del esfuerzo
humano, sin temor, halados por la fuerza del HONOR, y del grito desesperado
que brota de lo más intimo de Sí Mismo: “¡Si! Se puede...”
Y como somos consecuentes, siempre buscando la realización de la palabra
empeñada, vamos aclarándolo todo, con nuestra ARISTA, abramos brecha...
dilucidemos de una vez la meta-ética para acercarnos al don del verdadero
liderazgo.
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