en ese mercado . Como lo hemos mostrado , la eliminación de las hipótesis más extremas sobre las que reposa en , el modelo más simple , la deducción de este resultado , no elimina la incertidumbre teórica (" puede que sí , puede que no ”) sino que la mantiene .
Así pues , y en primer lugar , incertidumbre teórica . Pero el problema se redobla también con una incertidumbre práctica : a pesar de la influencia indudable de los factores demográficos y sociológicos sobre la oferta laboral en el largo plazo y , como parece probarlo la experiencia colombiana reciente , la oferta y la demanda de trabajo se mueven , en el mediano y aun en el corto plazo , de manera relativamente paralela . La oferta parece depender en sus movimientos no tanto del salario como del comportamiento mismo de la demanda . Ello hace indeterminados los cambios en la tasa de desempleo , que puede subir o bajar dependiendo de cuál de ambas variables suba o caiga más . La tasa de desempleo deja de ser en estas condiciones un buen indicador no sólo del ciclo económico sino de las condiciones del mercado laboral ( vgr ., el número de personas ocupadas por familia puede aumentar y a la vez la tasa de desempleo crecer ).
Frente a este doble impasse , a 1a vez estadístico y teórico , los estudiosos del problema ( no sólo en Colombia sino en otras economías en desarrollo ) tienen frente a sí un reto que también es doble : primero , el de la construcción de un indicador laboral que sea insesgado frente al ciclo económico y que refleje la " verdadera " situación laboral de la economía ; segundo , el de la construcción de una teoría que permita no sólo una más clara aprehensión de los problemas de empleo y desempleo en las economías en desarrollo sino también una mejor previsión en el mediano y en el corto plazo .
En cuanto al primer punto , los analistas colombianos están recogiendo ya la propuesta de Programa
Regional de Empleo para América Latina y el Caribe ( PREALC ) de la Organización Internacional del Trabajo ( OIT ) de medir los logros laborales de la economía no sólo por los valores de la tasa de desempleo sino también mediante los coeficientes de empleo alcanzados con respecto ala población en edad de trabajar o a la población total . Y sólo falta convencer al Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas ( DANE ) para que publique corrientemente estos indicadores junto con otros ( como el de ingresos reales por familia ) que suministren una mejor idea del grado de bienestar de la población . En cuanto al segundo punto , dada la alta correlación que presentan la oferta y la demanda de trabajo durante el ciclo económico y aun en sus variaciones trimestrales , parece imprescindible elaborar una teoría que rompa con el marco analítico tradicional que concibe a ambas como fenómenos independientes . Todo ocurre como si la expansión económica no sólo generara nuevos puestos de trabajo sino que ala vez hiciera brotar desde la población inactiva los recursos humanos necesarios para llenarlos y aun en exceso . y como si la contracción de la actividad no sólo destruyera empleo sino también fuerza de trabajo en tanto que mercancía ofrecida en el mercado . Quizá fuera preciso para dar cuenta de las " perturbaciones " que esa imbricación demanda-oferta produce en el " mercado laboral " dejar de pensar la fuerza de trabajo como si fuera " una mercancía como las otras " y más allá , dejar de concebirla pura y simplemente como mercancía . No es éste un terreno absolutamente virgen . Por el contrario , ya Keynes había sugerido que el salario -esa pieza maestra de toda la teoría económica- no es , en tanto que tal , una variable económica ( es decir , no se fija por el juego de la oferta y la demanda de trabajo ) sino que está regido por determinantes exógenos de tipo social y aun político .