comunicación, resulta bastante reducido en términos porcentuales. Se habla de
desempleo estacional, por otra parte, para referirse al que se produce por la demanda
fluctuante que existe en ciertas actividades, como la agricultura, por ejemplo. En este
caso existen períodos del año económico que requieren de mucha mano de obra -
como la temporada de cosecha, por ejemplo- y otros en que la demanda se reduce
notablemente.
El desempleo estacional se hace menor cuando las personas tienen posibilidades
de ocuparse en otras ramas de actividad durante el período en que desciende la
demanda de trabajo. Suele hablarse también de desempleo tecnológico cuando éste es
producido por cambios en los procesos productivos que hacen que las habilidades que
poseen los trabajadores no resulten ya útiles, en tanto que puede no haber suficientes
personas entrenadas en las nuevas técnicas como para satisfacer la demanda. En
condiciones en que la demanda agregada disminuye, como en la fase recesiva del
ciclo económico, se produce también un incremento en el desempleo que, por lo
tanto, suele llamarse cíclico. La disminución en la demanda de trabajo presiona los
salarios hacia la baja hasta que llegan a un punto en que, finalmente, se reactivan las
inversiones y la economía en general, con lo que el desempleo comienza a decrecer.
En la economía keynesiana se habla también de un desempleo producido como
consecuencia de deficiencias en la demanda agregada que no tienen carácter cíclico:
la preferencia por la liquidez hace que no todos los ingresos se canalicen hacia la
inversión o el consumo, lo que produce una deficiencia de la demanda que lleva a un
equilibrio económico en una situación que no es de pleno empleo, y que sólo puede
ser compensada mediante el incremento en la demanda que origina el gasto público.
El desempleo, además, es producido también por factores de tipo legal o
institucional: cuando las autoridades de un país fijan un salario mínimo impiden que
se ofrezcan colocaciones a un nivel inferior a éste, con lo que no es posible el
descenso de los salarios reales y se dificulta el crecimiento de la demanda de trabajo;
del mismo modo opera la fijación de salarios diferenciales para diversas categorías de
trabajadores y cualquier limitación al desplazamiento de la mano de obra, ya sea
geográfica o según ramas de actividad. Las limitaciones que pueden imponer los
sindicatos y grupos de presión a la contratación de mano de obra -según edad, sexo o
nacionalidad- o los requisitos formales de aprendizaje que se establezcan operan en el
mismo sentido. Por último, se ha comprobado que el propio seguro de desempleo,
cuando ofrece compensaciones tan altas o tan largas que desestimulan la búsqueda de
trabajo, aumenta el desempleo global de un país, y lo mismo sucede cuando se
establecen subsidios directos a sectores pobres de la población que estarían, de otro
modo, dispuestos a conseguir una colocación.
En estos casos las personas reciben un ingreso que, aunque menor que el salario,
se ofrece sin la contraprestación de su trabajo; la relación costo / beneficio se altera
así de modo sustancial, por lo que se reduce notablemente la oferta de trabajo. La
combinación de estas compensaciones de pobreza o desempleo con la fijación de un
salario mínimo alientan notablemente el desempleo de una sociedad y estimulan en
muchos casos, paralelamente, la emergencia de la economía informal.