El experimento y sus resultados
En una primera etapa, los científicos de la Universidad de Tel Aviv se dieron cuenta que el Manitol evitaba que las moléculas de la proteína α-sinucleina, se agruparan en los tubos de ensayo. Para probar si el efecto sería similar en el cerebro, experimentaron con moscas.
No eran moscas normales, sino que moscas de la fruta alteradas genéticamente para desarrollar la proteína α-sinucleina. En un principio, se midió su capacidad motora a la hora de trepar por las paredes de un tubo de ensayo. Sólo un 38% de ellas fue capaz de
hacerlo.
En la segunda etapa, se añadió manitol a su comida durante 27 días. Pasado ese periodo, se les volvió a someter a la misma prueba. Esta vez, un 70% de as moscas con la alteración genética fue capaz de subir las
paredes del tubo, demostrando una mejora notable de sus habilidades motoras.
El experimento, se volvió a repetir con ratones con una mutación genética similar a la de las moscas, esta vez inyectándoles el manitol. Los roedores, también mostraron mejoras.
El futuro tratamiento
Todavía falta experimentar y estudiar más los efectos del manitol sobre el cerebro y, especialmente, en la acumulación
de la proteína α-sinucleina en las neuronas, pero los resultados se
ven prometedores.
En un futuro, podría utilizarse el
manitol en combinación con otros medicamentos, siendo la clave para un tratamiento efectivo para el Parkinson, enfermedad que afecta al 1% de los norteamericanos mayores de 65 años.
Isable Valenzuela