¡Nobiscum Deus mortales,
en nombre del padre, del hijo
y del clítoris de tu madre,
cantemos juntos la plegaria al desenfreno,
arrodillaos, oremos!... ¡Sábado santo, vengo a tu encuentro!.
¡Embriágame de amor, puta canonizada,
hagamos el amor, zorra desenfrenada!
Bebamos juntos, al compás de Empédocles…
¡Filosofemos, señores y señoras, el sexo es bueno,
el alcohol es místico, un maestro enserio!
Espíritu de Dionisio, nunca te acabes,
que vengan a mis brazos, los deseos carnales.
Pan bendito de cuaresma,
éxtasis de semana santa,
alcohol y drogas,
bailemos en las sombras.
¡Corramos a un abismo, tropecemos cada año,
en el círculo vicioso, vicioso y santo!...
Ahora el hipócrita habla:
-Jesús, debo decirte algo, sólo hoy te amo,
¡hoy te vanaglorio cogiendo con el diablo!
¡Bendito seas pueblo tibio,
con tus costumbres conduces al abismo!
Mientras las campanadas, dictan tu sentencia,
pides a gritos días después, benevolencia,
cuando arriba del púlpito, los obispos se quejan.
Y regresas entonces a la devoción,
a la sangre luterana de Ramón,
y a los principios verdaderos de tu religión.
Tremenda infamia y contradicción te cargas,
por el arrepentimiento tan grande, flagelas tu espalda
y una nueva oración es elevada:
-En nombre de los condenados, los mártires y achacosos…
¡Que las homilías se vuelvan fango,
y que sólo los tibios sigan rezando…
oremos juntos, sábado santo!
a la sangre luterana de Ramón,
y a los principios verdaderos de tu religión.
Tremenda infamia y contradicción te cargas,
por el arrepentimiento tan grande, flagelas tu espalda
y una nueva oración es elevada:
-En nombre de los condenados, los mártires y achacosos…
¡Que las homilías se vuelvan fango,
y que sólo los tibios sigan rezando…
oremos juntos, sábado santo!
Mario González Guerrero
LETANÍAS DEL SUELO TRÁGICO
<<No riáis mucho que vais a llamar al rayo>>
-Doña Pura
La angustia avanzaba en coche
con la mirada de mariposa de obsidiana
por la de la parroquia y la del espejo,
persignose.
Persignose
con la cruz pintada
por divino muslo al ras de la cara.
Una mañana,
os despertasteis en el pórtico
de vuestro prisma de cantera y hueso
y ahí mismo os cayó el horror.
La matriz desolada grita pa' adentro,
se quedó ahí, petrificada,
en la banca de cara a la fuente del jardín principal,
dormida.
¿Me habrán escuchado las otras vidas?
No hay humedad,
sobre la última lluvia,
y sigues en el mar
creyéndote brizna.
Creo que te vi en lo más negro
del mar más muerto.
Tú eres la guadaña,
tú la garganta,
lloraste el espanto
y callaste el cadáver.
Te agradezco de vida
por degollarte el alma
porque ya no querías
lloverme tus caricias a la cara.
Se te notaba que tenías ganas
de asfixiarte la esencia más pura
pero te aguantaste otra sonrisa.
Hiciste bien en matarte de niña.
Ahora dices que maduraste
y borracha de vanidad campirana
y marihuana de aceptación social,
dejaste mi aprecio desnudo
y mi respeto por ti anda mendigando
por la boca de las colinas
con las nalgas mojadas.
Se dice por ahí,
que el fulano quería.
No sabía hacer el amor
ni besaba rico
pero sólo y verdaderamente,
quería.
Y nunca nadie anduvo
ni andará nadie jamás tras la cofradía
a cantarle las mañanitas
a una —todavía— virgen
a su altar de muerta.
La típica tocaba música obscena
y los pseudo-poetas declamaban su poesía barata.
Hoy,
ya no me apetecen
las lamentaciones,
ni la brizna, ni tus labios
sin mordidas de buchones,
ni querer.
Qué te importe si te superé
o no, si al fin,
Tu lado muerto es lo que más me gustó de ti.
Última visita a tu tumba.
Colosal pechuga alada
de pavimento y zacate,
ruega por las putizas poéticas.
Pequeño Badiraguato
inmenso
como el ataúd
del tren muerto,
pide por las poetizas disléxicas.
Agüita fantasma,
embruja al río Jomulco,
(Sí, el río lo sabe,
hija de la montaña.)
Panteón de los dolores de parto
de nuestra señora,
mar de seres alados,
aboga por los olvidados
Estanque de horas
y presa de años
trágate el cadáver violado
de nuestra hija desaparecida.
Gotas de canino
airadas a tí
ladradas directo
de los hocicos
de negligencias
de los niños,
ruega por los sabuesos sin nido.
Tempestad de oraciones
de madres desengañadas
emprismadas en nuestro cielo
en parvadas,
liberen al dios de la lluvia
de sus pasiones de auto-sexo.
Pueblerinos durmiendo
el sueño mágico del suelo trágico,
Cristo Jesús ya ha de estar
hasta la madre de vosotros,
de vosotros y de vuestros delirios
de narcotraficante
hasta la madre suya de soledades
que ya no quiere
aparecer su rostro
en sus tostadas de dos cincuenta
ni sus panes.
Cultísimo mirrey de vino consagrado,
hijo legítimo del siglo antepasado,
¿Dónde está la luna bohemia que nos prometiste?
¿Dónde la patria suave?
La mía se pudre en el agave.
¿Me habrán escuchado las otras vidas?
No hay humedad,
sobre la última lluvia,
y sigues en el mar
creyéndote brizna.
Creo que te vi en lo más negro
del mar más muerto.
Tú eres la guadaña,
tú la garganta,
lloraste el espanto
y callaste el cadáver.
Te agradezco de vida
por degollarte el alma
porque ya no querías
lloverme tus caricias a la cara.
Se te notaba que tenías ganas
de asfixiarte la esencia más pura
pero te aguantaste otra sonrisa.
Hiciste bien en matarte de niña.
Ahora dices que maduraste
y borracha de vanidad campirana
y marihuana de aceptación social,
dejaste mi aprecio desnudo
y mi respeto por ti anda mendigando
por la boca de las colinas
con las nalgas mojadas.
Se dice por ahí,
que el fulano quería.
No sabía hacer el amor
ni besaba rico
pero sólo y verdaderamente,
quería.
Y nunca nadie anduvo
ni andará nadie jamás tras la cofradía
a cantarle las mañanitas
a una —todavía— virgen
a su altar de muerta.
La típica tocaba música obscena
y los pseudo-poetas declamaban su poesía barata.
Hoy,
ya no me apetecen
las lamentaciones,
ni la brizna, ni tus labios
sin mordidas de buchones,
ni querer.
Qué te importe si te superé
o no, si al fin,
Tu lado muerto es lo que más me gustó de ti.
Última visita a tu tumba.
Colosal pechuga alada
de pavimento y zacate,
ruega por las putizas poéticas.
Pequeño Badiraguato
inmenso
como el ataúd
del tren muerto,
pide por las poetizas disléxicas.
Agüita fantasma,
embruja al río Jomulco,
(Sí, el río lo sabe,
hija de la montaña.)
Panteón de los dolores de parto
de nuestra señora,
mar de seres alados,
aboga por los olvidados
Estanque de horas
y presa de años
trágate el cadáver violado
de nuestra hija desaparecida.
Gotas de canino
airadas a tí
ladradas directo
de los hocicos
de negligencias
de los niños,
ruega por los sabuesos sin nido.
Tempestad de oraciones
de madres desengañadas
emprismadas en nuestro cielo
en parvadas,
liberen al dios de la lluvia
de sus pasiones de auto-sexo.
Pueblerinos durmiendo
el sueño mágico del suelo trágico,
Cristo Jesús ya ha de estar
hasta la madre de vosotros,
de vosotros y de vuestros delirios
de narcotraficante
hasta la madre suya de soledades
que ya no quiere
aparecer su rostro
en sus tostadas de dos cincuenta
ni sus panes.
Cultísimo mirrey de vino consagrado,
hijo legítimo del siglo antepasado,
¿Dónde está la luna bohemia que nos prometiste?
¿Dónde la patria suave?
La mía se pudre en el agave.