Matador Arte Jerusalén de las tunas, esto es Jerez, Zacatecas | Page 5

ELOGIO A FUENSANTA

Tú no eres en mi huerto la pagana

rosa de los ardores juveniles;

te quise como a una dulce hermana

y gozoso dejé mis quince abriles

cual un ramo de flores de pureza

entre sus manos blancas y gentiles.

Humilde te ha rezado mi tristeza

como en los pobres templos parroquiales

el campesino ante la Virgen reza.

Antífona es tubos, y en los corales

de tu mística boca he descubierto

el sabor de los besos maternales.

Tus ojos tristes, de mirar incierto,

recuérdenme dos lámparas prendidas

en la penumbra de un altar desierto. (4)

Según Alfonso García Morales en su ensayo "Deseo y represión, mujer y necrofilia en Ramón López Velarde", Fuensanta en su primer momento de imposibilidad debido al parentesco y la diferencia de edad con Josefa de los Ríos, el desdén por parte de ella, la separación y la prohibición por parte de su padre a dicha relación. Hecho que provoca que ese ser amado para López Velarde se convierta en un símbolo que el autor introduce en su posea en forma de amor, religiosidad y sacralizado en su libro La sangre devota, publicado en 1916.

En el citado poema "Elogio a Fuensanta", su musa pertenece a un pasado muy reciente, a un ser idealizado, en ella vierte diferentes estadios amorosos como el de un amor platónico o el de una hermana e incluso como el de una madre, López Velarde recorre así cada uno de esos sentimientos y los transforma en hermosos poemas para ella.

El bardo que inicia escribiendo para la mítica Fuensanta, abandona la adolescencia dejando en el pasado ese amor pueril y en la transición a la edad adulta sustituye a su musa primigenia en un intento por dejarla en el olvido y escribe sus versos a otras mujeres como a su prima Genoveva, a las aldeanas de su pueblo, a la tejedora, hasta llegar a la sublime imagen religiosa de la virgen de la Soledad, patrona de Jerez, así como a su añorada provincia, a su Suave patria, sin embargo y a pesar de su intento por dejar en el pasado a Fuensanta, su recuerdo persiste impregnando su obra.

Y PENSAR QUE PUDIMOS...

Y pensar que extraviamos

la senda milagrosa

en que se hubiera abierto

nuestra ilusión, como perenne rosa...

Y pensar que pudimos,

enlazar nuestras manos

y apurar en u beso

la comunión de fértiles veranos...

Otra mujer muy importante en su vida fue María Nevares, considerado el segundo y más humano de los amores, a quien se dirige con los nombre de María o Magdalena, con quien tuvo comunicación epistolar desde 1912 hasta 1921. Ya instalado en la ciudad de México, López Velarde, en 1916 conoce a Margarita Quijano, maestra culta y hermosa, diez años mayor que él, con quien sostuvo una breve relación que ella misma terminó, según sus biógrafos, por mandato divino, una imposible más en su existencia, de nuevo la figura de una pasión frustrada que conlleva a un final, la muerte, a ésta le dedica "Trasmútase mi alma" o "la lágrima", por poner algún ejemplo, como un símbolo del abandono de la niñez y el acceso a la madurez.

Y pensar que pudimos en una onde secreta

de embriaguez, deslizarnos,

valsando un vals sin fin, por planeta...

y pensar que pudimos,

al rendir la jornada,

desde la sosegada

sombra de tu portal y en una suave

conjugación de existencias,

ver las cintilaciones del zodiaco

sobre la sombre de nuestras coincidencias... (5)