Marejadas Rurales y Luchas por la vida CONSTRUCCIÓN SOCIOCULTURAL y ECONÓMICA del CAMPO | Page 75
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GISELA LANDÁZURI BENÍTEZ
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RIGEL ALFONSO ZARAGOZA ALVAREZ
Transformaciones ambientales y sociales de un pueblo chinampero a partir del crecimiento
(Correa Ortiz, 2008)” citado por Carbó, 2011:459). Podemos decir que se
empieza una destrucción violenta de la vida de la Cuenca, que agota recursos
naturales, devasta o deteriora ecosistemas y sobre todo la red de relaciones de
lo que ahora se llaman pueblos originarios. En el Porfiriato, la extracción de
agua de los manantiales a través de su entubamiento responde a la creciente
demanda de la urbe. Esta nueva acción reduce la capacidad de mantener el
equilibrio del sistema chinampero; a esto se suma que el crecimiento de la
mancha urbana, tanto local como de la metrópoli, invade las zonas de recarga
naturales como son los cerros con el asentamiento de nuevas colonias y
unidades habitacionales.
Sin lugar a dudas, ha habido denuncias y acciones de resistencia que
han tratado de frenar el saqueo de agua. La respuesta gubernamental fue la
inyección de aguas tratadas que ahora mantienen artificialmente el flujo del
agua del lago de Xochimilco. Esto no ha sido suficiente para compensar los
niveles de agua en los canales, su flujo en la cantidad y calidad que requiere
el sistema productivo.
Habría que agregar que la influencia de la ciudad, también como sirena del
progreso convocó a la población de estos pueblos ribereños a la formación y
desempeño de nuevas ocupaciones laborales “más prestigiadas” y “civilizadas”
que el trabajo manual campesino y por algunas décadas se abandonó la
producción chinampera.
Estos son algunos datos que han venido condicionando esta relación
entre lo urbano y lo rural históricamente. De allí la propuesta de trascender
los ámbitos socioeconómicos y reconocer también los impactos ecológicos
y culturales que ha ido modificando y trastocando el patrimonio natural y
cultural de la zona rural.
Por último, queremos hacer algunos comentarios respecto a la fuerza de
la imagen, de la comparación fotográfica con la que se trabajó. Como hemos
dicho todo este deterioro y pérdida de la zona chinampera, no ha sido ajeno
a los estudiosos desde diferentes cortes disciplinario y también están claros
en la memoria y en las acciones de ciertos sectores de la población, sobre
todo adulta y adulta mayor. Sin embargo, para los jóvenes que no tuvieron la
vivencia y por lo tanto no tienen la memoria de los paisajes anteriores, la fuerza
de la imagen trascendió cualquier explicación verbal y escrita. La imagen es
contundente, no da concesiones, no permite reducciones.
Invitamos entonces a los lectores a observar nuevamente estas fotografías,
sobre los procesos territoriales, urbano rurales, sociales y políticos que esbozan