Marejadas Rurales y Luchas por la vida CONSTRUCCIÓN SOCIOCULTURAL y ECONÓMICA del CAMPO | Page 179
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MARÍA PAULA HERRERA SALAZAR
Saberes de milperos: reflexiones en torno a la alimentación territorializada de los choles de Tila
dolencias, o para cumplir con otros propósitos culinarios, como las hojas de
heliconia, maíz y plátano para envolver tamales.
En lo referente a la carne, los choles de Tila y Nicolás Bravo consumen
variados animales domésticos, de recolección, de caza y de compra en el
mercado. Estos últimos son los menos prestigiosos, aunque más consumidos
por su costo, y los criados en las casas son los más apetecidos. Es el caso de los
pollos (mut’) y los pavos (guajolotes: akach) [Meleagris], los puercos (chit-am),
las reses (wakax) y los peces, los caracoles (puy), cangrejos (mep’) y camarones
de río (xex), los chapulines, el sat’s [Arsenura Armida] y el chacatán (xu’)
[Atta mexicana]. Entre los animales de caza, se destaca el tepezcuintle (jalaw)
[Cuniculus paca], el armadillo (ib) [Dasypodidae], el puerco de monte [de la
familia Tayassuidae] y los venados (me’) [Odocoileus virginianus], aunque
su consumo se reduce conforme disminuye la tierra disponible en el ejido.
Durante el tiempo que duró el trabajo de campo, nunca comimos un animal
cazado, pero sí consumimos con frecuencia carnes procesadas localmente, como
el chorizo, y carnes procesadas en la industria, como las sardinas enlatadas,
las salchichas y el atún. Los últimos llegan a las familias principalmente por
medio de programas de asistencia alimentaria, contra el hambre y la pobreza,
como el programa de inclusión social PROSPERA, el Programa de Desayunos
Escolares del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF),
el Programa de Abasto Social de Leche (LICONSA), entre otros. Y aunque
estos alimentos aún no están plenamente reconocidos como parte de su Espacio
Social Alimentario, poco a poco los van aprendiendo a comer.
En este punto quiero enunciar una primera reflexión: y es que en las
comunidades sólo se come lo que “se sabe comer”, esto es, lo territorialmente
pertinente. Por ello muchos de los subsidios alimentarios que llegan a estas
familias choles desde fuera no tienen los efectos nutricionales deseados, pues
algunas veces las señoras no tienen los conocimientos necesarios para preparar
los alimentos procesados o no comparten el gusto por su sabor. En otros casos,
las personas no pueden consumir los alimentos subsidiados porque “les hacen
mal”, tal es el caso de la leche, que llega en importantes cantidades y diversas
presentaciones a cada familia, pero se consume poco porque genera malestar
estomacal. 3
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Investigaciones como la de Gustavo Adolfo Zúñiga (1995) indican que la intolerancia a la lactosa
es común entre adultos de procedencia étnica alrededor del mundo. Según la investigación de Jorge
L. Rosaldo (2016), alrededor del 30% de los adultos mexicanos presentan deficiencia primaria
de lactasa al consumir un vaso de leche (equivalente a 12 gr de lactosa), y cerca del 70% de la
misma población presenta intolerancia a la lactosa al tomar dosis farmacológicas de la misma
(50 gr de lactosa diluida en agua) (Rosaldo, 2016: 70-71).