Marejadas Rurales y Luchas por la vida CONSTRUCCIÓN SOCIOCULTURAL y ECONÓMICA del CAMPO | Page 156

IGNACIO LÓPEZ MORENO El potencial del enfoque centrado en el actor como metodología de estudio del turismo rural En esta interacción entran en juego muchos elementos, tanto materiales como simbólicos. Desde el punto de vista material y simbólico encontramos el contexto de la interacción; el lugar en el que el turismo rural se practicará. Este contexto se construye en la cotidianidad y/o a través de intervenciones, que no siempre son controladas por la comunidad que genera la oferta. Esta realidad es compleja, y podemos entenderla como un paisaje cultural (Miranda- Román, 2006; Álvarez-Muñárriz, 2011), en el que la comunidad que oferta las actividades no siempre tiene control total sobre el paisaje. Es más, la falta o exceso de control de este puede llevar a su fosilización o disolución (Vázquez- Varela y Martínez-Navarro, 2008; Bowen y De Master, 2011), lo que afectaría a su potencial turístico y la calidad de vida de la comunidad anfitriona. Este paisaje cultural tiene elementos materiales y simbólicos. Los elementos materiales son aquellos de orden ecológico y geográfico entre otros, que estructuran y condicionan las posibles actividades turísticas a realizar. Los elementos simbólicos son más complejos, y están relacionados con las cosmologías y visiones sobre la naturaleza de cada parte de la interacción. La comunidad anfitriona tiene una construcción simbólica de su paisaje que sobrepasa a las actividades ofertadas y los visitantes tienen una construcción simbólica del mismo que combina proyecciones, simulaciones y memorias. El segundo elemento fundamental es la comunidad anfitriona en sí. Esta parte de la interacción no puede ser concebida como homogénea ni ausente de relaciones de poder (López-Moreno y Pérez-Chueca, 2014; Pérez-Chueca y López-Moreno, 2014). Existen dos cuestiones muy importantes para tener en cuenta: el uso y acceso a la tierra, y las capacidades y saberes de la comunidad. El primer componente es de especial importancia en el caso de México, ya que encontramos formas de propiedad muy diversa; a saber, privada, comunal, ejidal y pública. Estos marcos institucionales que condicionan la práctica turística se mantuvieron estables durante un largo periodo en el país, hasta el cambio del artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1992; un cambio que generó una inestabilidad y falta de seguridad legislativa a las comunidades que viven en zonas rurales (Torres-Mazuera, 2012; 2014). El segundo componente, las capacidades y saberes de la comunidad, es de carácter más simbólico y social, y es uno de los grandes restos en las transiciones de la vieja a la ruralidad (Ploeg y Marsden, 2008; Noriero-Escalante, Torres-Carral, Almanza- Sánchez y Ramírez-Miranda, 2009; López-Moreno y Aguilar- Criado, 2013). Tal y como demuestra Thomé-Ortiz (2011), la formación de las comunidades en el sector turístico es un proceso complicado pero necesario. Ser anfitrión es una actividad que requiere de conocimientos técnicos que 131