Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 99

sem anas. No voy a renunciar por cotilleos de comedor. Miré a través del cristal y vi a toda la cafetería m irándonos. La in- oportuna atención hacía que m e quem asen los oj os. Levanté los hom bros al pasar j unto a él para ir a m i siguiente clase. —Palom a —m e llam ó Travis cuando m e iba. No m e volví. Esa noche, Am erica se sentó sobre el suelo em baldosado del baño parloteando sobre los chicos m ientras y o estaba frente al espej o y m e recogía el pelo en una coleta. Solo la escuchaba a m edias, pues no dej aba de pensar en lo paciente que había sido Travis, teniendo en cuenta lo m ucho que le disgustaba la idea de que Parker m e recogiera de su apartam ento casi cada noche. La expresión de la cara de Travis cuando le pedí que m e liberara de la apuesta volvía a m i cabeza, y tam bién su reacción cuando le dij e que la gente chism orreaba que estaba enam orado de m í. No podía dej ar de preguntarm e por qué no lonegaba. —Bueno, Shep cree que estás siendo m uy dura con él. Nunca ha te- nido a nadie que le hubiera preocupado lo suficiente paraello. Travis asom ó la cabeza y sonrió cuando m e vio enredar con m i pelo. —¿Quieres ir a por cena? Am erica se levantó y se m iró en el espej o, se peinó con los dedos su pelo dorado. —Shep quiere probar el nuevo m exicano del centro, si queréis venir. Travis sacudió la cabeza. —Había pensado que esta noche Palom a y y o podíam os ir a algún sitio solos. —Salgo con Parker. —¿Otra vez? —dij o irritado. —Otra vez —repliqué con voz cantarina. El tim bre de la puerta sonó y m e apresuré a adelantarm e a Travis para abrir la puerta. Parker estaba frente a m í: su pelo rubio y ondulado natural resaltaba en su cara reciénafeitada. —¿Alguna vez estás un poco m enos que preciosa? —preguntó Parker. —Basándom e en la prim era vez que vino aquí, diré que sí —dij o Travis detrás de mí. Puse los oj os en blanco y sonreí, indicándole a Parker con un dedo que esperase. Me volví y abracé a Travis. Se puso rígido por la sorpresa