atención com o lo estaba y o, así quelodejéymellevélasmanosalregazo.
Parker se levantó.
—Tengo algunas cosas que hacer antes de ir a clase. Te llam o luego.
—Muy bien —dij e, ofreciéndole una sonrisa de disculpa.
Parker se inclinó sobre la m esa y m e besó en los labios. Se hizo un
silencio absoluto en la cafetería y Am erica m e dio un codazo después
de que Parker saliera caminando.
—¿No es rara la m anera en que todo el m undo te m ira? —m e susu-
rró. Echó una m irada a toda la habitación con m ala cara.
—¿Qué pasa? —gritó Am erica—. ¡Meteos en vuestros asuntos, m
arranos! Me cubrí los oj os con las m anos.
—¿Sabes?, antes daba pena porque se pensaban que era la pobre am
iguita tonta de Travis. Ahora soy m ala porque todo el m undo piensa que
voy de flor en flor, de Travis a Parker y vuelta a em pezar, com o una pe-
lota de pim pón. — Com o Am erica no decía nada, levanté la vista—.
¿Qué? ¡No m e digas que tú tam bién te crees esaschorradas!
—¡No he dicho nada! —protestó.
La m iré fij am ente con incredulidad.
—Pero ¿eso es lo que crees?
Am erica m ovió la cabeza, sin decir nada. De repente, no pude sopor-
tar las frías m iradas de los dem ás estudiantes, así que m e levanté y cam
iné hacia el extrem o de la mesa.
—Tenem os que hablar —dij e, dando unos golpecitos a Travis en la
espalda. Intenté parecer am able pero la rabia m e hervía por dentro y m
e ponía las palabras en la boca. Todos los estudiantes, incluida m i m ej
or am iga, pensaban que estaba haciendo m alabares con dos hom bres.
Solo había unasolución.
—Pues habla —dij o Travis, m etiéndose algo em panado y frito en
la boca. Jugueteé con los dedos, notando los oj os curiosos de todo el m
undo sobre m í.
Com o Travis seguía sin m overse, lo agarré por el brazo y le di un
buen tirón. Se puso de pie y m e siguió fuera con una sonrisita en la cara.
—¿Qué pasa, Palom a? —dij o, m irando m i m ano en su brazo y
luego a m í.
—Tienes que liberarm e de la apuesta —le rogué. Su cara se quedó