Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 93

rada de los Vertebrados a prim era hora del lunes por la m añana. Tengo que ir a estudiar — medijo,cubriendomimanoconlasuya. —Mej or tú que y o —dij e, intentando no parecer desilusionada. Me llevó al apartam ento y luego m e acom pañó escaleras arriba cogidos de la m ano. —Gracias, Parker. —Era consciente de m i sonrisa ridícula—. Me lo he pasado m uybien. —¿Es m uy pronto para pedir una segunda cita? —De ninguna m anera —dij e con una sonrisa resplandeciente. —¿Te llam o m añana? —Perfecto. Entonces llegó el m om ento del silencio incóm odo. Lo que m ás m iedo m e da de las citas. Besar o no besar, odiaba esa pregunta. Antes de que tuviera oportunidad de preguntarm e si m e besaría o no, m e cogió la cara entre las m anos y m e llevó hacia sí apretando sus labios contra los m íos. Eran suaves, cálidos y m aravillosos. Volvió a acercarm e y m e besó de nuevo. —Hablam os m añana, Abs. Le dij e adiós con la m ano m ientras lo m iraba ir de regreso a su coche. —Adiós. Una vez m ás, cuando giré el pom o de la puerta, la puerta se abrió con un tirón brusco y caí hacia delante. Travis m e cogió y recuperé el equilibrio. —¿Dej arás de hacer eso? —dij e cerrando la puerta tras de m í. —¿Abs? ¿Qué eres? ¿Un vídeo de gim nasia? —Se rio. —¿Una palom a? —dij e con la m ism a cantidad de desdén—. ¿Un m olesto páj aro que se caga por toda la acera? —A ti te gusta lo de Palom a —dij o a la defensiva—. Es una chica guapa, una carta ganadora en el póquer, escoge la que quieras. Eres m i Palom a. Me agarré a su brazo para quitarm e los tacones, y fui hacia su habita- ción. Mientras m e ponía el pij am a intenté con todas m is fuerzas estar enfadada con él. Travis se sentó en la cam a y cruzó los brazos. —¿Te lo has pasado bien?