Hay es.
Extendí la m ano que ella estrechó de un golpe. Con un bien
aprendido movimiento,elinterésleiluminólosafiladosrasgosdelacara,ymi
róaParker.
—¿Abernathy ?
Tragué saliva; m e preocupaba que hubiera reconocido el nom bre. La
expresión de Parker se volvió im paciente.
—Es de Wichita, m am á. No conoces a su fam ilia. Va a Eastern.
—¡Ah! —Vivienne m e m iró de nuevo—. Parker se m archa el curso
que viene aHarvard.
—Eso m e ha dicho. Creo que es fantástico. Debe de estar m uy
orgullosa.
La tensión alrededor de sus oj os se suavizó un poco y las com isuras
de su boca se tornaron en petulantesonrisa.
—Sí que lo estam os. Gracias.
Estaba sorprendida de las palabras tan educadas que usaba incluso dej
ando entrever un insulto. No era un talento que hubiera desarrollado de
la noche a la m añana. La señora Hay es debía de haber pasado años im
poniendo su superioridad a los demás.
—Ha sido estupendo verte, m am á. Buenas noches. —Ella lo
besó en la m ej illa, le borró la huella de pintalabios con el dedo pulgar
y luego se volvió a su m esa—. Te pido disculpas por todo esto, no sabía
que ella iba a estaraquí.
—No pasa nada. Parece… encantadora. Parker se rio.
—Sí, para ser una piraña.
Reprim í una risa y él m e sonrió en tono de disculpa.
—Se acostum brará. Solo que le llevará algún tiem po.
—A lo m ej or para cuando acabes en Harvard.
Hablam os sin parar sobre la com ida, Eastern, Cálculo, e incluso
sobre el Círculo. Parker era encantador, divertido y todo lo que dij o m
e parecía bien. Varias personas se acercaron para saludarlo y siem pre m
e presentaba con una sonrisa orgullosa. Lo m iraban com o a un fam oso
en aquel restaurante, y cuando nos fuim os sentí los oj os enj uiciadores
de todo el m undo presente en aquella sala.
—¿Y ahora qué? —pregunté.
—Me tem o que tengo un exam en trim estral de Anatom ía Com pa-