—¿Una reserva con tan poca antelación? Ese sitio está siem pre de
bote en bote.
—Bueno…, es nuestro restaurante. La m itad, por lo m enos.
—Me gustan los italianos.
Parker conduj o al restaurante a la velocidad lím ite, usando los in-
term itentes de form a correcta y deteniéndose lo j usto en cada sem
áforo ám bar. Mientras hablaba, apenas apartaba los oj os de la carretera.
Cuando llegam os al restaurante, m e reí encantada.
—¿Qué? —preguntó.
—Eres un conductor m uy cauto. Me gusta.
—¿Diferente de la parte trasera de la m otocicleta de Travis? —Sonrió.
Debería haberm e reído pero la diferencia no m e pareció tan buena.
—No hablem os de Travis esta noche. ¿De acuerdo?
—Me parece bien —asintió, m ientras se levantaba de su asiento para
abrirm e la puerta.
Estábam os sentados en un lateral, en una m esa j unto a una gran
ventana. Aunque y o llevaba un vestido, tenía un aspecto pobre en com
paración con las otras m uj eres del restaurante. Estaban cubiertas de
diam antes y llevaban vestidos de cóctel. Nunca había com ido en un
sitio tanostentoso.
Pedim os y Parker cerró su m enú, sonriendo al cam arero.
—Y tráiganos una botella de Allegrini Am arone, por favor.
—Sí, señor —dij o el cam arero m ientras recogía los m enús.
—Este lugar es increíble —susurré apoy ándom e en la m esa. Sus oj
os verdes se suavizaron.
—Gracias, le diré a m i padre lo que piensas.
Una m uj er se acercó a nuestra m esa. Llevaba el pelo rubio reco-
gido en un m oño francés apretado, una veta gris interrum pía las ondas
suaves de susrizos.
Intenté no pararm e a m irar las j oy as que brillaban llam ativam ente
en su cuello, o las que se balanceaban de aquí para allá en sus orej as,
pero saltaban a la vista. Sus bizqueantes oj os azules m e m iraron dete-
nidam ente.
Rápidam ente se volvió a m i parej a.
—¿Quién es tu am iga, Parker?
—Mam á, esta es Abby Abernathy. Abby, esta es m i m adre, Vivienne