que hiciste, pero quieres que m e preocupe. Le dices a Am erica que no
quieres salir conm igo, pero te cabreas tanto cuando y o digo lo m ism
o que te m archas de casa enfurecido y te em borrachas. Nada de lo que
haces tiene sentido.
—¿Por eso le dij iste esas cosas a Am erica? ¿Porque y o había dicho
que no quería salir contigo?
Me rechinaron los dientes. Acababa de insinuar que estaba j ugando
con él. Le respondí de la form a m ás directa que pude.
—No, quise decir lo que dij e. Sim plem ente no tenía intención de
que fuera un insulto.
—Pues y o lo dij e porque… —se rascó nerviosam ente su corto
pelo— no quiero estropear nada. Ni siquiera sé cóm o hacer para ser lo
que te m ereces. Solo intentabaaveriguarlo.
—Vale, m uy bien, pero tengo que dorm ir. Tengo una cita esta noche.
—¿Con Parker? —preguntó; su tono volvía a traicionar su m al hum
or.
—Sí. ¿Puedo dorm ir, por favor?
—Claro —dij o, saliendo bruscam ente de la cam a y dando un porta-
zo tras de sí al salir. El sillón cruj ió baj o su peso y luego el m urm ullo
de voces de la televisión llegó desde la sala. Cerré los oj os con fuerza
e intenté calm arm e lo suficiente para adorm ilarm e aunque solo fuera
unashoras.
El despertador dio las tres de la tarde cuando abrí trabaj osam ente
los oj os. Agarré una toalla y m i bata, y m e dirigí torpem ente al baño.
En cuanto cerré la cortina de la ducha, la puerta se abrió y se cerró.
Esperé a que alguien hablara pero solo oí la tapa del inodoro golpeando
la porcelana.
—¿Travis?
—No, soy y o —dij o Am erica.
—¿Tienes que hacer pis aquí? Tienes tu propio baño.
—Shep ha estado allí m ás de m edia hora con la m ierda de las cer-
vezas. No pienso entrar allí.
—Encantador.
—He oído que tienes una cita esta noche. ¡Travis está cabreado!
—canturreó.
—¡Alas
seis!Es
tandulce,America.Es
simplemente…—