Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 87

—Estoy segura de que no tengo nada que no hay as visto antes —dij e poniendo los oj os en blanco. Me deslicé baj o la ropa de cam a y m e instalé en m i alm ohada haciéndom e un ovillo. Se soltó el cinturón, se baj ó los tej anos y se los quitó con unsaltito. Esperé m ientras él estaba de pie sin m overse por un instante. Le daba la espalda, así que m e preguntaba qué estaba haciendo, de pie j unto a la cam a y en silencio. La cam a se m ovió cuando finalm ente se arrastró en el colchón j unto a mí,yyomepuserígidacuandosumanoseposóenmica dera. —He faltado a una pelea esta noche —dij o—. Adam llam ó. No fui. —¿Por qué? —dij e volviéndom e hacia él. —Quería estar seguro de que volvías a casa. Arrugué la nariz. —No tienes que cuidar de m í. Deslizó uno de sus dedos a lo largo de m i brazo produciéndom e escalofríos. —Lo sé. Supongo que todavía m e siento m al por lo de la otra noche. —Te dij e que no m e im portaba. Se apoy ó en el codo con una expresión dudosa en la cara. —¿Por eso estuviste durm iendo en el sillón? ¿Porque no te im portaba? —No podía dorm irm e después de que tus… am igas se fueran. —Estabas durm iendo tranquilam ente en el sillón. ¿Por qué no po- días dorm ir conm igo? —¿Quieres decir j unto a un tipo que todavía tenía el olor de un par de busconas de bar que acababa de m andar a casa? ¡No sé! ¡Qué egoístafui! Travis hizo un gesto de vergüenza. —Ya te dij e que lo sentía. —Y y o dij e que no m e im portaba. Buenas noches —respondí, antes de darm e m edia vuelta. Pasaronunosmomentosdesilencio.Entonces,deslizósumanoporencim ade m i alm ohada y colocó su m ano sobre la m ía. Acarició la delicada piel de entre misdedosyluegoapretósuslabioscontramipelo. —Y y o preocupado por que nunca volvieras a hablarm e… Creo que es peor tuindiferencia. Mis oj os se cerraron. —¿Qué quieres de m í, Travis? No quieres que m e preocupe por lo