Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 84

—Al diablo si no lo es. No te voy a perm itir ir a casa en el coche de un perfecto extraño. ¿Y si intenta hacertealgo? —¡Genial! ¡Es una m onada! La expresión de Travis pasó de la sorpresa a la rabia, y m e preparé para lo que pudiera decir acontinuación. —¿Parker Hay es, Palom a? ¿De verdad? Parker Hay es —repitió con desdén —. ¿Pero qué clase de nom bre es ese? Crucé los brazos. —Para un m om ento, Trav. Estás siendo un im bécil. Se inclinó; pa- recía aturdido. —Lo m ataré si te toca. —Me gusta —dij e, enfatizando cada palabra. Parecía pasm ado por m i confesión y luego sus rasgos se volvieron duros. —Bien. Si acaba tum bándote en el asiento trasero de su coche, no m e vengas llorando. Me quedé boquiabierta, ofendida y enfadada al instante. —No te preocupes, no lo haré —dij e alej ándom e y dándole la es- palda. Travismeagarróporelbrazoysuspiró,memiróporencimadeloshomb ros. —No quise decir eso, Palom a. Si te hace daño, si tan siquiera te hace sentir incóm oda, dím elo. La rabia am ainó y m is hom bros se relaj aron. —Sé que no lo decías en serio. Pero tienes que dom inar ese sentim iento sobreprotector de herm ano m ay or que te hace perder el control. Travis se rio. —No estoy j ugando al herm ano m ay or, Palom a. Ni por asom o. Parker apareció en la esquina y se m etió las m anos en los bolsillos ofreciéndom e elbrazo. —¿Todo arreglado? Travis apretó la m andíbula, y y o m e puse al otro lado de Parker para evitar que viese la expresión deTravis. —Sí, vam os. Cogí el brazo de Parker y cam iné con él unos pasos antes de volverm e a decir adiós a Travis, pero él seguía con su m irada en dirección a