que nadie te eche nada en labebida.
Puse los oj os en blanco.
—Nadie m e va a poner nada en la bebida, Travis.
—Sim plem ente no bebas nada que no te dé y o, ¿de acuerdo? Ya no
estás en Kansas, Palom a.
—Nunca había oído nada igual —dij e sarcásticam ente, m ientras
cogía m i bebida.
Había pasado una hora y Parker seguía todavía desaparecido. Am eri-
ca y Shepley estaban bailando una canción lenta en la sala cuando Travis
tiró de mi mano.
—¿Quieres bailar?
—No, gracias —dij e. Se puso lívido.
Toqué su espalda.
—Es sim plem ente que estoy cansada, Trav.
Puso su m ano en la m ía y com enzó a hablar, pero cuando lo m iraba
vi un poco m ás allá a Parker. Travis se dio cuenta de m i expresión y se
volvió.
—¡Eh, Abby ! ¡Has podido venir! —m e saludó Parker, riéndose.
—Sí, llevam os aquí una hora o así —dij e, sacando la m ano de entre
las de Travis.
—¡Estás guapísim a! —gritó por encim a de la m úsica.
—¡Gracias! —añadí con una sonrisa, m irando a Travis de soslay o.
Tenía los labios apretados, y sus cej as se habían unido en una línea.
Parker señaló la sala y sonrió.
—¿Quieres bailar?
Arrugué la nariz y dij e que no con la cabeza.
—No, estoy algo cansada.
Parker volvió entonces la m irada hacia Travis.
—Pensaba que no ibas a venir.
—Cam bié de opinión —dij o Travis, m olesto por tener que explicarse.
—Ya veo —dij o Parker, m irándom e—. ¿Te apetece salir a tom ar
el aire?
Asentí con la cabeza y después seguí a Parker escaleras arriba.
Se detuvo y m e cogió la m ano m ientras subíam os al segundo piso.
Cuando llegam os arriba, abrió de par en par las puertas delbalcón.
—¿Tienes frío? —preguntó.