Capítulo 5
PARKER HAYES
—Pase —grité al oír los golpes en la puerta.
Travis se quedó helado en el vano de la puerta.
—¡Guau!
Sonreí y m e m iré el vestido. Un corpiño que se alargaba para form ar
una corta falda: era lo m ás osado que m e había atrevido a llevar puesto
en toda m i vida. El tej ido era fino, negro y se transparentaba com o
un fino envoltorio. Parker estaría en esa fiesta y tenía ganas de hacerm
enotar.
—Tienes un aspecto im presionante —dij o m ientras y o m e calzaba
los tacones.
Le puse buena cara a su cam isa blanca y tej anos.
—Tú tam bién estás m uy bien.
Llevaba las m angas recogidas por encim a de los codos, enseñando
en sus antebrazos el entram ado de tatuaj es. Me di cuenta de que llevaba
su pulsera de cuero favorita en la m uñeca cuando se m etió las m anos
en los bolsillos.
Am erica y Shepley nos esperaban en la sala de estar.
—Parker se va a m ear encim a cuando te vea —se rio tontam ente Am
erica mientrasíbamoshaciaelcoche.
Travis abrió la puerta, y y o m e deslicé en el asiento trasero de la cam
ioneta de Shepley. Aunque nos habíam os sentado allí innum erables
veces antes, de repente era m uy incóm odo estar así junto a él.
Los coches se alineaban en la calle; algunos se encontraban aparcados
incluso en el césped de delante. La Casa reventaba por las costuras, y
todavía baj aba m ás gente desde los pabellones de dorm itorios. Shepley
aparcó sobre el césped de la parte de atrás, y Am erica y y o seguim os a
los chicos hacia elinterior.
Travis m e traj o una copa de plástico roj o llena de cerveza, y enton-
ces se inclinó y m e dij o al oído.
—No coj as esto de nadie m ás excepto de m í o de Shep. No quiero