Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 78

—¿Y ahora? ¿Puedo ducharm e? —Sí… —dij o él, con un suspiro. Oí los zapatos de Am erica en el pasillo, que atropellaban a Travis. —Eres un cabrón egoísta —gruñó ella, cerrando tras ella la puerta de Shepley con un portazo. Me levanté del suelo apoy ándom e en la puerta, abrí el agua de la ducha y, entonces, m e desvestí y corrí. Después oí que volvían a llam ar a la puerta, y que Travis se aclaraba la garganta. —¿Palom a? Te he traído unas cuantas cosas. —Déj alas en el lavabo. Después las cogeré. Travis entró y cerró la puerta. —Estaba enfadado. Te oí escupiendo todos m is defectos delante de Am erica, y eso m e cabreó. Solo pretendía ir a tom ar unas copas e in- tentar aclararm e las ideas, pero, antes de darm e cuenta, estaba totalm ente borracho y esaschicas… —Hizo una pausa—. Me desperté esta m añana y no estabas en la cam a y, cuando te encontré en el sillón y vi los envoltorios en el suelo, sentínáuseas. —Podrías habérm elo pedido antes de gastarte todo ese dinero en com ida solo para obligarm e a quedarm e. —No m e im porta el dinero, Palom a. Tenía m iedo de que te fueras y no volvieras a dirigirm e la palabra j am ás. Su explicación m e hizo sentir avergonzada. No m e había parado a pensar en cóm o le habría sentado oírm e hablar de lo m alo que era él para m í, y ahora la situación se había com plicado de form a salvaj e. —No pretendía herir tus sentim ientos —dij e, de pie baj o el agua. —Sé que no. Y sé que no im porta lo que diga ahora, porque he j odi- do las cosas…, com o hago siem pre. —¿Trav? —¿Sí? —No vuelvas a conducir la m oto borracho, ¿vale? Esperé un m inuto entero hasta que él respiró hondo y habló por fin. —Sí, vale —dij o, antes de cerrar la puerta tras él.