con expectación a Travis.
Travis se quedó m irándom e un m om ento y m e dio un ligero codazo
en la pierna.
—¿Va a pasar a recogerte o algo así?
—No, sim plem ente m e dij o que iría a la fiesta.
Am erica puso una sonrisa traviesa y asintió con anticipación.
—En todo caso, dij o que te vería allí. Es m uy m ono.
Travis lanzó una m irada de irritación a Am erica y después se volvió
hacia m í
—¿Vas a ir?
—Le dij e que lo haría —respondí, encogiéndom e de hom bros—.
¿Tú vas a ir?
—Claro —dij o sin vacilación.
La atención de Shepley se volvió entonces hacia Travis.
—La sem ana pasada dij iste que no querías ir.
—He cam biado de opinión, Shep. ¿Qué problem a hay ?
—Ninguno —gruñó él, retirándose a su dorm itorio. Am erica m iró a
Travis con el ceño fruncido.
—Sabes m uy bien cuál es —dij o ella—. ¿Por qué no paras de volver
loco al chico y lo superas?
Se reunió con Shepley en su habitación y, tras la puerta cerrada, sus
voces se reduj eron a un m urm ullo.
—Bueno, m e alegro de que todo el m undo lo sepa —dij e. Travis se
levantó.
—Me voy a dar una ducha rápida.
—¿Le preocupa algo? —pregunté.
—No, solo está un poco paranoico.
—Es por nosotros —m e atreví a adivinar. Los oj os de Travis se ilum
inaron y asintió.
—¿Qué pasa? —pregunté, m irándolo suspicaz.
—Vas bien encam inada. Tiene que ver con nosotros. No te quedes
dorm ida,
¿vale? Quiero hablar contigo de algo.
Retrocedió unos pasos y desapareció detrás de la puerta del baño.
Enrosqué el pelo alrededor del dedo, reflexionando sobre el énfasis con el
que pronunció la palabra « nosotros» y la m irada con la que la acom pañó.