Eñl corazón me palpitaba en el pecho. Con una rebeca de cachemira
color rosa y unos pendientes de perlas, me sentía como una maestra re
pipi en las playas de Normandía. Le prometía America que podía enfren-
tarme a todo lo que nos viniera encima, pero en plena zona de impacto
sentí la necesidad de agarrarme a su flacucho brazo con las dos manos.
Ella no me pondría en peligro, pero el hecho de estar en un sotano con
unos 50 tíos universitarios y borrachos, decididos a derramar sangre y
ganar pasta, no me hacía confiar mucho en nuestras posibilidades de salir
incólumes.
Desde que America había conocido a Shepley en las sesion de orien-
tacion en primer curso solia acompañarlo a las peleas clandestinas que
tenían lugar en los diverso sotanos de la universidad de Eastern. Cada
evento se llebava a cabo en un lugar diferente y se mantenía en secreto
una hora antes de la pelea.
Como me movía en un entorno bastante más tranquilo, me sorpren-
dió saber de un mundo clandestino en Eastern; pero Shepley lo conocía
incluso antes de haberse matriculado. Travis, compañero de habitación y
primo de Shepley, participó en una primera pelea hacia 7 meses. se decía
que él, ya como estudiante de primer año, había sido el rivar más letal
que Adam había visto en los 3 años en el que había creado el circulo.
Al empezar el segundo curso, travis sería invensible, de modo que las
ganancias le permitían pagar sin problemas con su primo el alquiler y
las facturas.
Adam se llevo nuevamente el megáfono a los labios; el agetreo y los
gritos aumentaron a un ritmo febril.
–¡Está noche tenemos un nuevo adversario! El luchador y estrella del
equipo universitario de Eastern, ¡Marek Young!
Las ovaciones continuaron y la multitud se separo como el mar Rojo
cuando Marek entró a la sala se formo un espacio circular, la turba silbó,
abucheó y se burló del rival. Él daba brincos, sacudía el cuello de un lado
a otro; tenía el rostro serio y concentrado.. La multitud se calmó con un
sordo rugido, y luego me lleve las manos a los oidos cuando la musica
retumbo por los grandes altavoces al otro extremo de la sala.
–¡Nuestro siguiente adversario no necesita presentación, pero, como
me da un miedo que te cagas, ahí va de todos modos! ¡Temblad, chicos,
y quitaos las bragas, señoritas! Con todos vosotros ¡Travis Perro Loco