Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 68

Cuando Adam pasó, m e dej ó con un golpe m is ganancias en la palm a de la manoysefundióenlamuchedumbre,queempezabaadisiparse. Travis arqueó una cej a. —¿Has apostado? Sonreí y m e encogí de hom bros. —Me pareció buena idea disfrutar de la experiencia com pleta. Me llevó a la ventana, después se arrastró hasta el exterior y m e ay udó a salir al fresco aire de la noche. Los grillos cantaban alegrem ente en las som bras, deteniéndose solo el tiem po necesario para dej arnos pa- sar. Las m atas de hierba que bordeaban la acera se m ecían con la suave brisa, recordándom e el sonido del océano cuando no está lo suficientem ente cerca com o para oír rom per las olas. No hacía ni dem asiado calor ni dem asiado frío: era la nocheperfecta. —¿Por qué dem onios ibas a querer que m e quedara contigo, en cual- quier caso? —pregunté. Travis se encogió de hom bros y se m etió las m anos en los bolsillos. —No sé. Todo es m ej or cuando estás tú. Las m ariposas que sus palabras m e hicieron sentir en el estóm ago desaparecieron en cuanto vi las m anchas roj as y sanguinolentas de su cam isa. —¡Puaj ! Estás cubierto de sangre. Travis se m iró con indiferencia y entonces abrió la puerta, invitán- dom e a entrar. Me encontré con Kara, que estaba estudiando en la cam a, cautiva de los libros de texto que la rodeaban. —Las calderas funcionan desde esta m añana —com entó ella. —Eso he oído —dij e, m ientras rebuscaba en m i arm ario. —Hola —dij o Travis a Kara. La expresión del rostro de Kara se torció cuando escudriñó la figura sudorosa y m anchada deTravis. —Travis, esta es m i com pañera de habitación, Kara Lin. Kara, Travis Maddox. —Encantada de conocerte —saludó Kara, em puj ándose las gafas sobre el puente de la nariz. Echó una m irada a m is abultadas bolsas—. ¿Te m udas? —No. He perdido una apuesta. Travis estalló en una carcaj ada m ientras cogía m is bolsas.