—No, pero tú sí que pareces algo nerviosa, en cam bio.
—Tal vez —adm ití.
—Si te hace sentir m ej or, no dej aré que m e toque. Ni siquiera dej
aré que m e dé un golpe por sus fans.
—¿Y cóm o vas a arreglártelas? Él se encogió de hom bros.
—Norm alm ente, dej o que m e toquen una vez, solo para que parez-
ca j usto.
—¿Dej as…? ¿Dej as que tu rival te alcance?
—¿Dónde estaría la diversión si m e lim itara a destrozar a alguien
y no dej ara que m e dieran nunca? No es bueno para el negocio, nadie
apostaría en m i contra.
—Qué m ontón de gilipolleces —dij e, cruzándom e de brazos. Travis
arqueó una cej a.
—¿Crees que te estoy engañando?
—Me resulta difícil creer que solo te peguen cuando tú les dej as.
—¿Te gustaría hacer una apuesta sobre ese asunto, Abby Abernathy?
— sonrió él, con una m irada de emoción.
—Acepto la apuesta. Creo que te alcanzará una vez.
—¿Y si no lo hace? ¿Qué gano? —preguntó él.
Me encogí de hom bros m ientras el griterío al otro lado de la pared
creció hasta convertirse en un rugido. Adam dio la bienvenida a la m
ultitud, y entonces repasó lasreglas.
La boca de Travis se abrió en una am plia sonrisa.
—Si ganas, no me acostaré con nadie durante un mes. —Arqueé una
ceja y élvolvió asonreír—. Pero,sigano yo, tendrásquequedarteconmigo
un mes.
—¿Qué? ¡Pero si y a m e aloj o contigo de todos m odos! ¿Qué tipo
de apuesta es esa? —grité por encim a del ruido.
—Hoy han arreglado las calderas de Morgan —dij o con una sonrisa
y guiñándom e el ojo.
Una sonrisa de satisfacción relajó mi expresión cuando Adam gritó
el nom bre deTravis
—Cualquier cosa vale la pena con tal de verte probar la abstinencia,
para variar.
Travis m e dio un beso en la m ej illa y salió, sacando pecho. Fui tras
él y, cuando entram os en la siguiente habitación, m e quedé sorprendida