Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 62

bolsillo. —Sí, ¿Hoffm an? Jesús…, está bien. Serán m il dólares fáciles. ¿Jefferson? — Me m iró y pestañeó—. Allí estaré. —Colgó y m e cogió de la m ano—. Ven conm igo. —Me llevó de vuelta al vestíbulo—. Era Adam —dij o a Shepley —. Brady Hoffm an estará en Jefferson dentro de noventa minutos. Shepley asintió, se levantó y sacó el m óvil del bolsillo. Rápidam ente tecleó la inform ación y envió invitaciones m ediante SMS exclusivos a quienes conocían el Círculo. Esos m iem bros, que rondaban los diez, escribirían a los diez nom bres de su lista, y así seguiría la cadena hasta que todos los m iem bros supieran dónde iba a celebrarse lapelea. —Muy bien —dijo America, sonriendo—. ¡Será m ej or que nos preparemos El am biente del apartam ento era tenso y optim ista al m ism o tiem po. Travis parecía el m enos afectado, m ientras se calzaba las botas y una cam iseta sin m angas blanca, com o si se dispusiera a dar unpaseo. Am erica m e guio por el vestíbulo hasta el dorm itorio de Travis y frunció el ceño. —Tienes que cam biarte, Abby. No puedes ir así vestida a la pelea. —¡Llevé una puñetera chaqueta de punto la últim a vez y no dij iste nada! — protesté. —La últim a vez no pensaba en serio que fueras a ir. Tom a —dij o, m ientras m e lanzaba unas cuantas prendas de ropa—. Ponteesto. —¡No pienso ponerm e eso! —¡Vam os! —gritó Shepley desde la sala de estar. —¡Date prisa! —m e apresuró Am erica, corriendo hacia la habita- ción de Shepley. Me puse el top am arillo atado al cuello, sin espalda, y los tej anos de talle baj o que Am erica m e había lanzado, después m e calcé un par de zapatos de tacón, y m e pasé un cepillo por el pelo m ientras baj aba al vestíbulo. Am erica salió de su habitación con un vesti- do corto verde y unos zapatos de tacón a j uego, y, cuando doblam os la esquina, Travis y Shepley estaban de pie j unto a lapuerta. Travis se quedó boquiabierto. —¡Oh, dem onios, no! ¿Intentas que m e m aten? Tienes que cam