Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 61

diferente. —Estás m ás cerca de ser su tipo de lo que tú te crees —dij o Am erica. Me eché hacia atrás tan silenciosam ente com o pude, y cuando los tablones de m adera cruj ieron baj o m is pies desnudos m e estiré para cerrar la puerta del dorm itorio de Travis y baj é por el vestíbulo. —Hola, Abby —dij o Am erica con una sonrisa—. ¿Qué tal tu siesta? —Me he quedado inconsciente durante cinco horas. Ha sido m ás un com a que unasiesta. Travis se quedó m irándom e fij am ente durante un m om ento y, cuando le sonreí, vino directam ente hacia m í, m e cogió la m ano y m e arrastró por el vestíbulo hasta su dorm itorio. Cerró la puerta, y sentí que el corazón m e daba un vuelco en el pecho, preparándom e para que dij era algo que aplastara m i ego. Levantó las cej as. —Lo siento m ucho, Palom a. Antes m e com porté contigo com o un gilipollas. Me relaj é un poquito al ver rem ordim iento en su m irada. —No sabía que estuvieras enfadado conm igo. —Y no lo estaba. Sim plem ente tengo la m ala costum bre de arrem eter contra la gente que m e im porta. Sé que es una excusa penosa, pero lo siento —dij o él, mientrasmeenvolvíaensusbrazos. Apoy é la m ej illa en su pecho, acom odándom e. —¿Y por qué estabas enfadado? —No im porta. Lo único que m e preocupa eres tú. Me incliné hacia atrás para levantar la m irada hacia él. —Puedo soportar tus rabietas. Escrutó m i cara durante unos m om entos, antes de que una ligera sonrisa se extendiera en sus labios. —No sé por qué m e aguantas, y no sé qué haría y o si no lo hicieras. Podía oler la m ezcla de cigarrillos y m enta de su aliento, y le m iré los labios; m i cuerpo reaccionó ante lo cerca que estábam os. La ex- presión de Travis cam bió y su respiración se entrecortó: él tam bién lohabía notado. Se inclinó hacia delante una distancia infinitesim al, pero am bos dim os un respingo cuando su m óvil sonó. Soltó un suspiro y lo sacó de su