La cara de Travis se torció en una m ueca de disgusto.
—¿Parker Hay es?
Shepley tiró a Am erica de la m ano.
—Vam os a com er. ¿Os uniréis hoy a nosotros para disfrutar de la alta
cocina de lacafetería?
Am erica lo besó de nuevo com o respuesta; Travis y y o los seguim
os algo m ás atrás. Dej é m i bandej a entre Am erica y Finch, pero Travis
no ocupó su
lugar habitual delante de m í. En lugar de eso, se sentó algo m ás
lej os. En ese m om ento m e di cuenta de que no había dicho m ucho
durante nuestro paseo hacia lacafetería.
—¿Estás bien, Trav? —le pregunté.
—¿Yo? Sí, ¿por qué? —dij o, relaj ando el gesto de la cara.
—Es que has estado m uy callado.
Varios m iem bros del equipo de fútbol am ericano se acercaron a la
m esa y se sentaron, riéndose estruendosam ente. Travis parecía algo
m olesto m ientras j ugaba con la com ida de su plato. Chris Jenks lanzó
una patata frita al plato de Travis.
—¿Qué hay, Trav? He oído que te has tirado a Tina Martin. Hoy ha
estado arrastrando tu nom bre por el barro.
—Cierra el pico, Jenks —dij o Travis, sin levantar la m irada de la
com ida.
Me incliné hacia delante para que el m usculoso gigante que estaba
sentado enfrente de Travis pudiera experim entar la fuerza de m i m irada.
—Corta el rollo, Chris.
Travis m e fulm inó con la m irada.
—Sé cuidarm e solo, Abby.
—Lo siento, solo…
—No quiero que sientas nada, no quiero que hagas nada —m e espetó
él, levantándose de la m esa y cruzando furioso la puerta.
Finch m e m iró con las cej as levantadas.
—Eh, ¿qué m osca le ha picado?
Yo pinché una patata con el tenedor y resoplé.
—Ni idea.
Shepley m e dio una palm adita en la espalda.