Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 59

La cara de Travis se torció en una m ueca de disgusto. —¿Parker Hay es? Shepley tiró a Am erica de la m ano. —Vam os a com er. ¿Os uniréis hoy a nosotros para disfrutar de la alta cocina de lacafetería? Am erica lo besó de nuevo com o respuesta; Travis y y o los seguim os algo m ás atrás. Dej é m i bandej a entre Am erica y Finch, pero Travis no ocupó su lugar habitual delante de m í. En lugar de eso, se sentó algo m ás lej os. En ese m om ento m e di cuenta de que no había dicho m ucho durante nuestro paseo hacia lacafetería. —¿Estás bien, Trav? —le pregunté. —¿Yo? Sí, ¿por qué? —dij o, relaj ando el gesto de la cara. —Es que has estado m uy callado. Varios m iem bros del equipo de fútbol am ericano se acercaron a la m esa y se sentaron, riéndose estruendosam ente. Travis parecía algo m olesto m ientras j ugaba con la com ida de su plato. Chris Jenks lanzó una patata frita al plato de Travis. —¿Qué hay, Trav? He oído que te has tirado a Tina Martin. Hoy ha estado arrastrando tu nom bre por el barro. —Cierra el pico, Jenks —dij o Travis, sin levantar la m irada de la com ida. Me incliné hacia delante para que el m usculoso gigante que estaba sentado enfrente de Travis pudiera experim entar la fuerza de m i m irada. —Corta el rollo, Chris. Travis m e fulm inó con la m irada. —Sé cuidarm e solo, Abby. —Lo siento, solo… —No quiero que sientas nada, no quiero que hagas nada —m e espetó él, levantándose de la m esa y cruzando furioso la puerta. Finch m e m iró con las cej as levantadas. —Eh, ¿qué m osca le ha picado? Yo pinché una patata con el tenedor y resoplé. —Ni idea. Shepley m e dio una palm adita en la espalda.