—He oído que se acerca tu cumpleaños. El último de tus años de
adolescencia —bromeó, con los ojos hinchados y rojos.
—Sí…, bueno, no me van los cumpleaños. Creo que Mare piensa
llevarme a cenar o algo así —sonreí—. Puedes apuntarte si te apetece.
—Vale —dijo encogiéndose de hombros—, ¿es dentro de una semana
desde el domingo?
—Sí. ¿Y cuándo es el tuyo?
Vertió la leche y hundió los cereales con la cuchara.
—En abril. El 1 de abril.
—Anda ya.
—No, lo digo en serio —dijo él, mientras masticaba.
—¿Tu cumpleaños es el Día de los Inocentes[1]? —pregunté de nue-
vo, arqueando una ceja.
Se rio.
—¡Sí! Vas a llegar tarde. Será mejor que te vistas.
—Mare me va a llevar en coche
Estaba segura de que estaba siendo intencionadamente frío cuando se
limitó a encogerse de hombros.
—Tú misma —dijo él, volviéndose de espaldas para acabarse los
cereales.