La manoseó por todas partes durante una canción, otra y otra. Estaban
montando una escena por cómo ella le dejaba meterle mano y, cuando la
inclinó, me volví de espaldas a ellos.
—Pareces cabreada —dijo un hombre que estaba sentado a mi lado—
. ¿Ese de ahí es tu novio?
—No, es solo un amigo —murmuré.
—Pues menos mal. Podría haber sido bastante incómodo para ti si lo
hubiera sido.
Se volvió hacia la pista de baile y sacudió la cabeza ante el espectáculo.
—Y que lo digas —asentí, apurando lo que me quedaba de la botella.
Apenas había notado el sabor de las últimas dos, y tenía los dientes
adormecidos.
—¿Te apetece otra? —preguntó. Lo examiné y él sonrió—. Soy
Ethan.
—Abby —dije, estrechando la mano que me tendía. Levantó dos de-
dos al camarero y sonreí—. Gracias.
—Entonces, ¿vives aquí? —me preguntó.
—En Morgan Hall, en Eastern.
—Yo tengo un apartamento en Hinley.
—¿Vas a State? —pregunté—. ¿No está como a… una hora de distan-
cia? ¿Qué haces por aquí?
—Me gradué el pasado mayo. Mi hermana pequeña va a Eastern. Me
quedo con ella esta semana mientras busco trabajo.
—Vaya…, la vida en el mundo real, ¿eh?
Ethan se rio.
—Y es tal y como nos cuentan que es.
Saqué el brillo de labios del bolsillo y me lo extendí con esmero,
usando el espejo que forraba la pared que había detrás de la barra.
—Un bonito color —dijo él, mientras me observaba apretar los labios.
Sonreí, mientras sentía la ira hacia Travis y la embriaguez del alcohol.
—Tal vez puedas probarlo después.
A Ethan se le iluminó la mirada mientras se acercaba más, y yo sonreí
cuando me tocó la rodilla. Apartó la mano cuando Travis se interpuso
entre nosotros.
—¿Estás lista, Paloma?
—Estoy en medio de una conversación, Travis —dije, apartándolo.