Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 46

compensarte. ¿Por qué no vamos a The Dutch esta noche? —Pero si es un bar de moteros —dije, mientras observaba como ataba mi bolsa a su moto. —Vale, pues entonces vayamos al club. Te llevaré a cenar y después podemos ir a The Red Door. Pago yo. —¿Cómo arreglará el problema que salgamos a cenar y después vaya- mos a un club? Que la gente nos vea juntos solo empeorará la situación. Se sentó a horcajadas sobre la moto. —Piénsalo. ¿Yo, borracho, en una habitación llena de mujeres ligeras de ropa? La gente no tardará mucho en darse cuenta de que no somos pareja. —¿Y qué se supone que tengo que hacer yo? ¿Llevar a un tío del bar a casa para dejarlo del todo claro? —No he dicho eso. No hay necesidad de perder la cabeza —dijo con mala cara. Puse los ojos en blanco, me subí al asiento y rodeé su cintura con mis brazos. —¿Una chica cualquiera nos seguirá a casa desde el bar? ¿Así piensas compensarme? —¿Acaso estás celosa, Paloma? —¿Celosa de qué? ¿De la imbécil con alguna infección de transmi- sión sexual a la que echarás por la mañana? Travis se rio y arrancó la Harley. Voló hacia su apartamento al doble de la velocidad permitida, y cerré los ojos para no ver los árboles y los coches que dejábamos atrás. Después de bajarme de su moto, le di un golpe en el hombro. —¿Es que se te ha olvidado que iba contigo? ¿Intentas matarme? —Es difícil olvidar que estás detrás de mí cuando tus muslos me están exprimiendo la vida. —Su siguiente pensamiento le hizo sonreír—. De hecho, no se me ocurre una manera mejor de morir. —Realmente te falta un tornillo. Apenas habíamos entrado cuando America salió del dormitorio de Shepley. —Estábamos pensando en salir esta noche. ¿Os apuntáis, chicos? Miré a Travis y sonreí. —Nos pasaremos por el bar de sushi antes de ir al Red.