Capítulo 3
Golpe bajo
Finch dio otra calada. El humo le salió por la nariz en dos espesas
columnas de humo. Levanté la cara hacia el sol mientras él me entrete-
nía con su último fin de semana de baile, bebida y un nuevo amigo muy
persistente.
—Si te está acosando, ¿por qué le dejas que te invite a copas? —me
reí.
—Simple, Abby. Estoy sin pasta.
Volví a reírme, y Finch me dio un codazo en un costado cuando vio
que Travis venía hacia nosotros.
—Hola, Travis —dijo Finch en tono cantarín, antes de guiñarme un
ojo.
—Finch —le respondió él, asintiendo con la cabeza. Movió las llaves
en el aire—. Me voy a casa, Paloma. ¿Necesitas que te lleve?
—Justo iba a entrar —dije, sonriéndole desde detrás de mis gafas de
sol.
—¿No te quedas conmigo esta noche? —me preguntó. Su cara era
una combinación de sorpresa y decepción.
—Sí, sí que me quedo, pero necesito coger unas cuantas cosas que
me dejé.
—¿Como qué?
—Bueno, pues mi cuchilla, por ejem plo. ¿Qué más te da?
—Sí, ya va siendo hora de que te depiles las piernas. Han estado
arrancándome la piel a tiras —dijo él, con una mueca traviesa.
A Finch casi se le salieron los ojos de las órbitas, mientras me echa-
ba una mirada para confirmar lo que había oído. Yo le puse mala cara a
Travis.
—¡Así empiezan los rumores! Miré a Finch y sacudí la cabeza.
—Estoy durmiendo en su cama…, solo durmiendo.
—Ya —dijo Finch con una sonrisa petulante.
Le di un manotazo a Finch en el brazo antes de abrir la puerta y subir