Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 36

tontas. Travis estaba de pie detrás de la encimera donde desayunaban, con los brazos cruzados sobre el pecho y sonriendo. —¿Qué pasa, Paloma? ¿Has tenido un día duro? —No, estoy profundamente asqueada. —¿Conmigo? —Sonreía. Debería haberme imaginado que esa conversación se esperaba, aun- que eso solo me hizo sentirme menos dispuesta a contenerme. —Sí, contigo. ¿Cómo puedes usar a alguien así y tratarla de ese modo? —¿Cómo la he tratado? Me ha ofrecido su número, y yo lo he recha- zado. Se me abrió la boca de par en par por su falta de remordimientos. —¿Te acuestas con ella pero no quieres su número? Travis se apoyó sobre los codos en el mostrador. —¿Por qué iba a querer su número si no voy a llamarla? —¿Y por qué te has acostado con ella si no vas a volver a llamarla? —Yo no prometo nada a nadie, Paloma. Esa no dijo que quisiera una relación antes de abrirse de piernas en mi sofá. Me quedé mirando el sofá con repulsión. —«Esa» es la hija de alguien, Travis. ¿Qué pasaría si más adelante alguien trata a tu hija así? —Será mejor que a mi hija no se le caigan las bragas ante un gilipo- llas al que acaba de conocer, por decirlo de algún modo. Crucé los brazos, enfadada por su intento de justificación. —Entonces, además de admitir que eres un gilipollas, ¿estás diciendo que, como se ha acostado contigo, merecía que la echaran como a un gato callejero? —Lo que digo es que he sido franco con ella. Es adulta. Todo ha sido consentido…, incluso parecía demasiado ansiosa, si quieres que te diga la verdad. Actúas como si hubiera cometido un crimen. —Ella no parecía tener tan claras tus intenciones, Travis. —Las mujeres suelen justificar sus actos con cualquier cosa que se inventan. Esa chica no ha dicho de entrada que quisiera establecer una relación seria, igual que yo no le he dicho que quería sexo sin compromi- so. ¿Dónde ves la diferencia? —Eres un cerdo. Travis se encogió de hombros.