Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 33

da—. Te viene muy bien que las calderas de Morgan estén estropeadas. Necesitarás una ducha fría después de la mirada lujuriosa que te ha echa- do ese grandullón. —¿La residencia no tiene agua caliente? —lamenté. —Exactamente —dijo Finch, echándose la mochila al hombro—. Me largo a Álgebra. Dile a Mare que no se olvide de mí este fin de semana. —Se lo diré —farfullé, levantando la mirada hacia los antiguos mu- ros de ladrillo de nuestra residencia. Fui corriendo a mi habitación, empujé la puerta para entrar y dejé caer la mochila en el suelo. —No tenemos agua caliente —murmuró Kara desde su escritorio. —Eso he oído. Mi móvil vibró y lo desbloqueé. Había recibido un mensaje de America en el que maldecía las calderas. Un momento después, oí una llamada en la puerta. America entró y se desplomó en mi cama, con los brazos cruzados. —¿Te puedes creer esta mierda? Con todo lo que estamos pagando y ni siquiera podemos darnos una ducha caliente. Kara suspiró. —Deja de lloriquear. ¿Por qué no te quedas con tu novio y ya está? ¿No has estado haciéndolo ya de todos modos? America lanzó una mirada asesina a Kara. —Buena idea, Kara. El hecho de que seas una zorra total resulta útil a veces. Kara no apartó la mirada de la pantalla de su ordenador, sin inmutarse por la pulla. America sacó su teléfono móvil y tecleó un mensaje con una preci- sión y una velocidad sorprendentes. Su móvil trinó y ella me sonrió. —Nos quedaremos con Shep y Travis hasta que arreglen las calderas. —¿Qué? ¡Desde luego que no! —grité. —¿Cómo? Por supuesto que sí. No tiene sentido que te quedes tirada aquí, congelándote en la ducha cuando Travis y Shep tienen dos baños en su casa. —A mí no me ha invitado nadie. —Te he invitado yo. Shep ya me ha dicho que le parecía bien. Puedes dormir en el sofá… si Travis no lo usa.