De inm ediato, el rubor se adueñó de m is m ej illas, y m iré a Travis,
en cuy os oj os se leía una rabia asesina.
Mi incom odidad se volvió secundaria ante el enfado de Travis, y
sacudí la cabeza con desdén.
—Ignóralo, no vale la pena.
Después de otro m om ento de tensión, relaj ó un poco
los hom bros y asintió una vez, al tiem po que respira-
ba hondo. Después de unos segundos, m e guiñó un ojo.
Letendílamanoporencimadelamesaydeslicémisdedosentrelossuyos.
—Decías en serio lo de anoche, ¿no?
Em pezó a hablar, pero las risas de Chris inundaron toda la cafetería.
—¡Cielo santo! No puedo creer que hay an puesto una correa a Travis
Maddox.
—¿Decías en serio lo de que no querías que cam biara? —m e pre-
guntó, apretándom e la m ano.
Miré a Chris, que seguía riéndose con sus com pañeros y, después, m
e volví hacia Travis.
—Absolutam ente. A ver si consigues enseñarle a ese gilipollas un
poco de buena educación.
Con una sonrisa m alévola, se dirigió hacia el extrem o de la m esa,
donde estaba sentado Chris. El silencio se extendió por el local, y Chris
tuvo que tragarse su propiarisa.
—Oy e, Travis, que solo estaba intentando picarte un poco —dij o,
m irándolo.
—Discúlpate con Palom a —dij o Travis, fulm inándolo desde arriba.
Chris m e m iró con una sonrisa nerviosa.
—Solo…, solo brom eaba, Abby. Lo siento.
Lo observé enfurecida, m ientras levantaba la m irada en busca de la
aprobación de Travis. Cuando Travis se alej ó, Chris se rio por lo baj o y
después le susurró algo a Brazil. Se m e desbocó el corazón cuando vi a
Travis detenerse en seco y cerrar lospuños.
Brazil m eneó la cabeza y soltó un suspiro de exasperación.
—Chris, cuando despiertes, sim plem ente procura recordar una
cosa…, esto te lo has buscado tú solito.
Travis levantó la bandej a de Finch de la m esa, golpeó a Chris en la
cara con ella, y lo tiró de la silla. Chris intentó gatear hasta debaj o de la