Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 178

dos en el otro extrem o de la mesa, memiraban tan sorprendidoscomo siestuvieraenllamas. Travis golpeó ligeram ente la m anzana que tenía en el plato con su tenedor. —¿Te la vas a com er, Palom a? —No, toda tuy a, cariño. —Las orej as m e ardieron cuando Am erica levantó bruscam ente la cabeza para m irarm e—. Sim plem ente m e ha salido así —dij e, sacudiendo la cabeza. Me volví a m irar a Travis, cuy a expresión era una m ezcla de diver- sión y adoración. Habíam os intercam biado el térm ino unas cuantas veces esa m aña- na, y no se m e había ocurrido que era nuevo para los dem ás hasta que salió de m i boca. —Bueno, y a se puede decir que habéis llegado a ser repelentem ente m onos —dij o Am erica, burlona. Shepley m e dio unas palm aditas en el hom bro. —¿Te quedas a dorm ir esta noche? —m e preguntó, m ientras acababa de m asticar el pan—. Te prom eto que no saldré despotricando de m ihabitación. —Estabas defendiendo m i honor, Shep. Te perdono —dij e. Travis dio un m ordisco a la m anzana. Nunca lo había visto tan feliz. La paz de su m irada había vuelto y, aunque docenas de personas obser- vaban cada uno de nuestros m ovim ientos, tenía la sensación de que todo iba… bien. Pensé en todas las veces que había insistido en que estar con Travis era un error y en la cantidad de tiem po que había desperdiciado luchan- do contra lo que sentía por él. Cuando lo veía sentado delante de m í y m e fij aba en sus tiernos oj os castaños y en el trozo de fruta que bailaba en su m ej illa m ientras lo m asticaba, no conseguía recordar qué era lo que tanto m epreocupaba. —Parece asquerosam ente feliz. ¿Quiere eso decir que por fin has cedido, Abby?—dijoChris,altiempoquedabacodazosasuscompañerosdee quipo. —No eres m uy listo, ¿verdad, Jenks? —dij o Shepley, con el ceño fruncido.