m esa, pero Travis lo sacó cogiéndolo por las piernas y em pezó a atizar-
le. Chris se hizo un ovillo y Travis le pateó laespalda.
Chris se arqueó y se volvió, apartando las m anos, lo que perm itió a
Travis asestarle varios puñetazos en la cara. La sangre em pezó a m anar,
y Travis se levantó sin resuello.
—Si alguna vez te atreves siquiera a m irar, pedazo de m ierda, te rom
peré la puta boca, ¿lo entiendes? —gritó Travis.
Cuando dio una últim a patada a Chris en la pierna, pegué un respingo.
Las trabaj adoras de la cafetería se fueron a toda prisa, asustadas
por las m anchas de sangre en elsuelo.
—Lo siento —dijo Travis, limpiándose la sangre de Chris de la
mejilla.
Algunos estudiantes se habían levantado para ver m ej or; otros se-
guían sentados, observando la escena ligeram ente divertidos. Los m iem
bros del equipo de fútbol am ericano se lim itaban a m irar el cuerpo
inerte de Chris en el suelo, m ientras negaban con lacabeza.
Travis se dio m edia vuelta y Shepley se quedó de pie, cogiendo al m
ism o tiem po m i brazo y la m ano de Am erica para hacernos cruzar la
puerta detrás de su prim o. Recorrim os la corta distancia que nos separa-
ba de Morgan Hall, y Am erica y y o nos sentam os en los escalones de
la entrada, desde donde observam os a Travis cam inar de un ladoa otro.
—¿Estás bien, Trav? —preguntó Shepley.
—Dam e… solo un m inuto —dij o él, poniéndose las m anos j usto
debaj o de las caderas.
Shepley hundió las m anos en los bolsillos.
—Me sorprende que hay as parado.
—Palom a m e ha dicho que le enseñara un poco de buena educación,
Shep, no que lo m atara. He necesitado toda m i voluntad para detenerm
e cuando lo he hecho.
Am erica se puso las grandes gafas de sol cuadradas para levantar la
m irada hacia Travis.
—De todos m odos, ¿qué ha dicho Chris que te hiciera saltar así?
—Algo que nunca m ás volverá a decir —dij o Travis entre dientes.
Am erica m iró a Shepley, que se encogió de hom bros.
—Yo no lo he oído.
Travis volvió a cerrar los puños.