Podía im aginar qué estaba diciendo—. No seas zorra, Megan. Mira, será
m ej or que no m e llam es m ás… Sí, encantado —dij o, m ientras m e
m iraba con ternura—. Sí, con Abby. Lo digo en serio, Meg, no m e llam
es m ás… Hasta otra.
Lanzó el teléfono a la cam a y se sentó a m i lado.
—Parecía bastante cabreada. ¿Te ha dicho algo?
—No, solo ha preguntado por ti.
—He borrado los pocos núm eros que tenía en el teléfono, pero im
agino que eso no im pide que m e llam en a m í. Si no se enteran por sí m
ism as, les pararé los pies.
Me m iró expectante, y no pude evitar sonreír. Nunca había visto
ese lado suyo.
—Sabes que confío en ti, ¿no? Apretó sus labios contra los m íos.
—No te culparía si esperaras que m e ganara tu confianza.
—Tengo que m eterm e en la ducha. Ya m e he perdido una clase.
—¿Ves? Se nota que soy una buena influencia. Me puse en pie y él
tiró de la sábana.
—Megan m e ha dicho que hay una fiesta de Halloween este fin de
sem ana en The Red Door. Fui el año pasado y m e lo pasé bastantebien.
—Claro, estoy segura —dij e, enarcando una cej a.
—Me refería a que asistió m ucha gente, y tienen un torneo de billar
y bebidas baratas… ¿Te apetece ir?
—La verdad es que no… No m e va el rollo de disfrazarm e. Nunca
m e ha ido.
—A m í tampoco, simplemente voy —dijo, encogiéndose de hombros.
—¿Sigue en pie lo de ir a los bolos esta noche? —dij e, preguntándom
e si la invitación era solo para conseguir un tiem po a solas conm igo, que
y a no necesitaba.
—¡Joder, pues claro que sí! ¡Te voy a dar una paliza! Lo m iré con los
oj os entrecerrados.
—Esta vez no. Tengo un nuevo superpoder. Se rio.
—¿Ah sí? ¿Cuál? ¿Ser m alhablada?
Me agaché para darle un beso en el cuello una vez, y después subí la
lengua hasta su orej a y le besé el lóbulo. Se quedó de piedra.
—La distracción —le susurré al oído.
Me cogió de los brazos y m e tum bó boca arriba.