—Considérate lo contrario a una conclusión previsible. Sonreí y lo
besé.
—¿Nunca has estado con nadie sin uno? Negó con la cabeza.
—Nunca.
Miré a m i alrededor un m om ento, perdida en m is pensam ientos.
Mi expresión le hizo reír.
—¿Qué haces?
—Sssh, estoy contando.
Travis m e m iró un m om ento y entonces se inclinó para besarm e
el cuello.
—No puedo concentrarm e si haces eso… —dij e con un suspiro—.
Veinticinco y dos días… —concluí respirando.
Travis se rio.
—¿De qué dem onios estás hablando?
—Estam os seguros —dij e, deslizándom e para estar directam ente
debaj o de él.
Apretó m i pecho contra el suy o y m e besó con ternura.
—¿Estás segura?
Deslicé las m anos desde sus hom bros hasta su culo y lo em puj é
contra m í. Él cerró los oj os y soltó un largo y profundo gem ido.
—Oh, Dios m ío, Abby —suspiró él. Volvió a penetrarm e y otro j
adeo salió de su garganta—. Joder, es una sensación alucinante.
—¿Tan diferente es? Me m iró a los oj os.
—Es diferente contigo en todo caso, pero… —Respiró hondo
durante un m om ento y volvió a tensarse, cerrando los oj os durante un
m om ento—. Nunca volveré a ser el m ism o despuésde esto.
Sus labios buscaron cada centím etro de m i cuello y, cuando en-
contró su camino amiboca,hundílasyemasdelosdedosenlosmúsculosdes
ushombros, perdiéndom e en la intensidad delbeso.
Travis m e llevó las m anos sobre la cabeza y entrelazó sus de-
dos con los m íos, apretándomelasmanoscadavezqueempujaba.
Susmovimientossehicieronun poco m ás bruscos, y clavé las uñas en sus
m anos cuando m is entrañas se tensaron con una fuerzaincreíble.
Grité, m ordiéndom e el labio y cerrando con fuerza los oj os.
—Abby —susurró él. En su voz se notaba el conflicto—. Tengo…
Tengo que…