Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 172

—Ahora solo puedo pensar en estrecharte entre m is brazos durante toda la noche. —Vám onos —dij e. A pesar de la velocidad excesiva y los ataj os, el cam ino hasta el apar- tam ento parecía no acabarse nunca. Cuando por fin llegam os, Travis m e subió en brazos por las escaleras. Mientras él luchaba por abrir la puerta, m e reí contra sus labios. Cuando m e dej ó en el suelo y cerró la puerta detrás de nosotros, soltó un largo suspiro de alivio. —No sentía que este sitio fuera m i casa desde que te fuiste —dij o, antes de besarm e en los labios. Toto vino corriendo por el pasillo y m ovió la colita, m ientras saltaba sobre m is piernas. Lo acaricié y lo levanté del suelo. La cam a de Shepley cruj ió, y sus pies retum baron en el suelo. La puerta se abrió de golpe, y entrecerró los oj os por la luz. —¡Joder, Travis, no voy a consentirte esta m ierda! Estás enam orado de Ab… —Cuando pudo enfocar la m irada, se dio cuenta de su error—… by. Hola, Abby. —Hola, Shep —dij e, m ientras dej aba a Toto en el suelo. Travis tiró de m í, dej ando atrás a su prim o, que seguía estupefacto, y cerró la puerta detrás de nosotros de una patada, atray éndom e a sus brazos y besándom e sin pensárselo dos veces, com o si lo hubiéram os hecho un m illón de veces antes. Le quité la cam iseta por encim a de la cabeza, y él m e baj ó la chaqueta por los hom bros. Dej é de besarlo el tiem po suficiente para quitarm e el j ersey y el top, y después m e lancé de nuevo a sus brazos. Nos desvestim os el uno al otro, y a los pocos segundos m e tum bó sobre el colchón. Alargué el brazo por encim a de la cabeza para abrir el caj ón y m etí la m ano dentro, buscando cualquier cosa que cruj iera. —Mierda —dij o él, j adeando y frustrado—. Me deshice de ellos. —¿Qué? ¿De todos? —Pensaba que no ibas a…, si no iba a estar contigo, no los necesitaba. —¡Estás de brom a! —dij e, dej ando caer la cabeza hacia atrás contra el cabecero. Apoy ó la frente en m i pecho.