Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 171

po, y sabía que se debía a m is sentim ientos hacia Travis. Pensé en los diferentes giros que m i vida podía dar a partir de ese m om ento: confiar en Travis dando un salto de fe y arriesgarm e a cam inar por arenas m ovedizas, o apartarlo de m i vida y saber exactam ente dónde acabaría, lo que incluía una vida sin él. Am bas decisiones m e aterraban. —¿Me dej as tu m óvil? —le pregunté. Travis frunció el entrecej o, confuso. —Claro —dij o, antes de sacárselo del bolsillo y dárm elo. Marqué y cerré los oj os m ientras oía los tonos de llam ada. —¿Travis? ¿Qué dem onios haces? ¿Tienes idea de qué hora es? — respondió Parker. Su voz sonaba profunda y áspera, e inm ediatam ente sentí el corazón desbocado en m i pecho. No se m e había ocurrido que supiera que le había llamadodesdeelmóvildeTravis. No sé cóm o conseguí que m is palabras salieran de entre m is labios temblorosos. —Siento llam arte tan tarde, pero esto no podía esperar… No puedo cenar contigo el m iércoles. —Son casi las cuatro de la m añana, Abby. ¿Qué pasa? —En realidad, no puedo salir m ás contigo. —Abs… —Estoy … bastante segura de estar enam orada de Travis —dij e, preparándom e para sureacción. Después de un m om ento de silencio, m e colgó. Seguía con la m irada clavada en el suelo, le pasé el teléfono a Travis y, entonces, con dificultad levanté la m irada para com probar la expre- sión de su cara: era una com binación de confusión, sorpresa yadoración. —Me ha colgado —dij e torciendo el gesto. Escrutó m i cara con una m irada de esperanza y cautela. —¿Estás enam orada de m í? —Son los tatuaj es —dij e encogiéndom e de hom bros. Sonrió de orej a a orej a y se le m arcaron los hoy uelos de las m ej illas. —Ven a casa conm igo —dij o él, envolviéndom e en sus brazos. Enarqué las cej as. —¿Has dicho todo eso para llevarm e a la cam a? Debí de dej arte m uy impresionado.