—Palom a…
—¿Crees que, com o y a no soy virgen, m e voy a tirar a cualquiera?
¡Gracias!
—dij e, em puj ándolo.
—No he dicho eso, j oder. ¿Es m ucho pedir un poco de tranquilidad
m ental?
—¿Y por qué te dej aría m ás tranquilo saber si m e estoy acostando
con Parker?
—¿Cóm o puedes no saberlo? ¡Es obvio para cualquiera m enos para
ti! —dij o, exasperado.
—Supongo que lo que pasa sim plem ente es que soy idiota. Estás
sem brado esta noche, Trav —dij e, alargando el brazo para coger el
pomo de la puerta. Me cogió por los hom bros.
—Lo que siento por ti… es una locura.
—En lo de la locura no te equivocas —le espeté, apartándom e de él.
—He venido todo el cam ino hasta aquí en la m oto practicando m
entalm ente lo que iba a decirte, así que escúcham e —dij o él.
—Travis…
—Sé que lo nuestro está j odido, ¿vale? Yo soy im pulsivo, tengo m al
carácter y tú m e calas m ás hondo que cualquiera. Actúas com o si m e
odiaras y al m inuto siguiente m e necesitaras. Nunca hago nada bien, y
no te m erezco…, pero estoy j odidam ente enam orado de ti, Abby. Te
quiero m ás de lo que he querido a nadie o a nada j am ás. Cuando estoy
contigo no necesito beber, ni dinero, ni pelear, ni los líos de una noche…,
solo te necesito a ti. No pienso en nada m ás. No sueño con nada m ás.
Eres todo lo quequiero.
Mi plan de fingir desinterés eraun fracasoépico. No podía seguir apa-
rentando que no m e im portaba nada después de que pusiera todas sus
cartas sobre la m esa. Cuando nos conocim os, algo en el interior de am
bos cam bió y, fuera lo que fuera, hacía que nos necesitáram os el uno al
otro. Por razones que desconocía, y o era su excepción, y, por m ucho que
hubiera intentado luchar contramissentimientos,éleralamía.
Meneó la cabeza, m e cogió la cara por am bos lados y m e m iró a
los oj os.
—¿Te has acostado con él?
Se m e inundaron los oj os de lágrim as calientes y sacudí la cabeza