Estábam os sentados a la m esa, com partiendo com ida china para
llevar. Fui sintiéndom e m ás cóm oda con él después de un rato, y m e
recordó lo encantador que era. Me sentía m ás ligera, casi presa de la
risa tonta, lo que suponía un m arcado cam bio respecto a unas horas
antes. Por m ucho que intentara apartar la ideademimente,nopodíanegar
mequelamejoríaen mihumorsedebíaamis planes conTravis.
Después de cenar, nos sentam os en el sofá para ver una película,
pero, antes de que los créditos iniciales hubieran acabado, Parker y a m
e había tum bado. Me alegré de haber elegido llevar tej anos; No habría
sido capaz de esquivarlo tan fácilm ente si m e hubiera puesto un vestido.
Sus labios baj aron por m i clavícula y su m ano se detuvo en m i cintu-
rón. Se esforzó torpem ente por abrirlo y, una vez que lo consiguió, m e
escabullí de debaj o de él y me levanté.
—¡Muy bien! Me parece que eso es todo lo lej os que tu lanzam iento
va a llegar está noche —dij e, abrochándom e el cinturón.
—¿Qué?
—¿Prim era base…, segunda base? No im porta. Es tarde, será m ej
or que m e vay a.
Se enderezó y m e agarró por las piernas.
—No te vay as, Abs. No quiero que pienses que esa es la razón por la
que te he traídoaquí.
—Ah, ¿no lo es?
—Por supuesto que no —dij o él, sentándom e en su regazo—. Me he pa-
sado lasúltimasdossemanaspensando enti.Discúlpameporlaimpaciencia.
Me besó en la m ej illa y m e incliné hacia él, sonriendo cuando su
aliento m e hizo cosquillas en el cuello. Me volví hacia él y apreté m is
labios contra los suy os, intentando con todas m is fuerzas sentir algo,
pero no fue así. Me aparté de él y suspiré.
Parker frunció el entrecej o.
—Ya te he dicho que m e disculparas.
—Y y o te he dicho que era tarde.
Volvim os a Morgan, y Parker m e estrechó la m ano después de darm
e un beso de buenasnoches.
—Intentém oslo de nuevo. ¿Vam os m añana a Biasetti? Apreté los
labios.
—Mañana voy con Travis a j ugar a los bolos.