Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 160

Travis. —¿Cuál es el plan? —Bueno, y a estoy instalado del todo en m i apartam ento. He pensa- do que podríam os cenar allí. —Yo tam bién tengo m uchas ganas de que llegue esta noche —dij e, intentando convencerme. Dado que Am erica se negó a colaborar, Kara se convirtió en la única persona disponible, aunque reticente, para ay udarm e a elegir un vestido para m i cita con Parker. En cuanto m e lo puse, volví a quitárm elo a toda prisa y m e deslicé dentro de un par de tej anos. Después de pasarm e toda la tarde reflexionando m elancólica sobre m i fallido plan, no tenía ánim os para arreglarm em ucho. Pensando en el frío que haría, m e puse un j ersey de cachem ira color m arfil, sobre un top m arrón, y esperé j unto a la puerta. Cuando el reluciente Porsche de Parker se detuvo delante de Morgan, m e apresuré a salir por la puerta antes de que él pudierasubir. —Pensaba pasar a recogerte —dij o decepcionado m ientras suj etaba la puerta. —Pues te he ahorrado el viaj e —dij e, m ientras m e abrochaba el cinturón. Se sentó a m i lado y, tocándom e am bos lados de la cara, m e besó con sus suaves labios de peluche. —Vay a —dij o con un suspiro—, he añorado tu boca. Su aliento era m entolado, su colonia olía increíblem ente bien, sus m anos eran cálidas y suaves, y tenía un aspecto fantástico con unos tej anos y una cam isa verde de vestir, pero no pude obviar la sensación de que faltaba algo. Era obvio quelaemocióndelprincipiohabíadesaparecido, y en silencio maldije a Travis por quitarm e eso. Me obligué a sonreír. —Me tom aré eso com o un cum plido. Su apartam ento era exactam ente com o había im aginado: inm acu- lado, con caros aparatos electrónicos en cada rincón, y con toda probabi- lidad decorado por su madre. —¿Y bien? ¿Qué te parece? —dij o él, sonriendo com o un niño que enseña su j uguetenuevo. —Es genial.