vida o m uerte parati?
—¡Desde que lo hice contigo!
Miré a m i alrededor, consciente de que estábam os m ontando una
escena. La gente pasaba a nuestro lado lentam ente, m irándonos y ha-
blándose entre susurros. Sentí que m e ardían las orej as y esa sensación
se extendió por toda m i cara, hastaquesemehumedecieronlosojos.
Cerró los oj os para intentar recuperar la com postura antes de hablar
de nuevo.
—¿Es eso? ¿Crees que no significó nada para m í?
—Eres Travis Maddox. Sacudió la cabeza, asqueado.
—Si no te conociera m ej or, pensaría que m e estás echando en cara
m i pasado.
—No m e parece que lo ocurrido hace cuatro sem anas sea el pasa-
do. —Su gesto se torció y y o m e reí—. ¡Solo brom eo! Travis, no pasa
nada. Yo estoy bien, tú estás bien. No hay por qué hacer una m ontaña de
un grano de arena.
Desapareció toda em oción de su cara y exhaló profundam ente por
la nariz.
—Sé lo que intentas hacer. —Apartó la m irada un m om ento, perdi-
do en sus pensam ientos—. No m e queda m ás rem edio que dem ostrár-
telo, entonces. — Frunció los oj os y m e m iró con la m ism a resolución
que exhibía en sus peleas—. Si crees que sim plem ente voy a volver a
follarm e a cualquiera, te equivocas. No quiero a nadie m ás. ¿Quieres
que seam os am igos? Bien, som os am igos. Pero los dos sabem os que
lo que ocurrió no fue solo sexo.
Pasó furioso j unto a m í y cerré los oj os, soltando la respiración que
había estado aguantando sin darm e cuenta. Travis se volvió para m irarm
e y continuó el cam ino hacia su siguiente clase. Una lágrim a huidiza m e
cay ó por la m ej illa, y m e la sequé de inm ediato. Las m iradas curiosas
de m is com pañeros de clase se clavaron en m i espalda cuando m e fui
caminando apesadum brada a clase.
Parker estaba en segunda fila, y m e senté en la m esa que había j unto
a la suya.
Una sonrisa se extendió en su cara.
—Tengo m uchas ganas de que llegue esta noche.
Respiré hondo y sonreí, intentando dej ar atrás m i conversación con