—No, ¿por qué? —dij e fingiendo confusión, a lo que él respondió
con un suspiro, frustrado por m i com portam iento.
—No sé…, ¿porque te quité la virginidad quizás? —Se inclinó hacia
m í y pronunció esas últim as palabras en voz baj a.
—Estoy segura de que no es la prim era vez que desfloras a una vir-
gen, Trav. Justo com o m e tem ía, m i intento de quitarle hierro al asunto
lo enfadó.
—Pues, de hecho, sí lo fue.
—Vam os… Te dij e que no quería que esto volviera las cosas raras
entre nosotros.
Travis dio una últim a calada a su cigarrillo y lo tiró al suelo.
—Bueno, si algo he aprendido en los últim os días es que no siem pre
consigues lo que quieres.
—Hola, Abs —dij o Parker, besándom e en la m ej illa. Travis fulm
inó a Parker con una m irada asesina.
—¿Te recoj o sobre las seis? —dij o Parker. Asentí.
—A las seis.
—Nos vem os dentro de un rato —dij o, siguiendo su cam ino a clase.
Observé cóm o se alej aba, asustada de las consecuencias de esos
últim os diez segundos.
—¿Vas a salir con él esta noche? —preguntó furioso Travis.
Tenía las m andíbulas apretadas y podía verlas m overse baj o la piel.
—Ya te había dicho que m e pediría una cita cuando volviera a
Morgan. Me llamóayer.
—Las cosas han cam biado un poco desde esa conversación, ¿no
crees?
—¿Por qué?
Se alej ó de m í y y o tragué saliva, intentando no rom per a llorar.
Travis se detuvo y volvió, hasta que se paró m uy cerca de m i cara.
—¡Por eso dij iste que no te echaría de m enos después de hoy !
Sabías que m e enteraría de lo tuy o con Parker y pensaste… ¿qué? ¿Que
pasaría de ti? ¿No confías en m í o es que, sim plem ente, no soy lo
suficientem ente bueno? Responde, m aldita sea. Dim e qué coj ones te
he hecho com o para que m e trates así.
Perm anecí im pasible y, m irándolo directam ente a los oj os, le dij e:
—No m e has hecho nada. ¿Desde cuándo el sexo es cuestión de