Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 16

Solté un suspirpo. –Esta noche. Iré esta noche. Travis sonrió y se detuvo en seco. –Genial, nos vemos luego, Palomita. Doiblé la esquina y me encontré a America de pie con Finch, fuera de nuestro dormitorio. Los tres habíamos acabado en la misma mesa en la sesión de orientación para los estudiantes de primer año, y sabía que sería la tercera rueda de nuestra bien engrasada máquina. No era excesi- vamente alto, pero aun así superaba mi metro sesenta y pico. Tenía unos ojos redondos que compensaban sus rasgos finos, y normalmente llevaba el pelo decolorado peinado con una cresta hacia delante. –¿Travis Maddox? Por Dios, Abby, ¿desde cuándo te aventuras por aguas tan peligrosas? –dijo Finch con la mirada de desaprobación. America se sacó el chicle de la boca formando un largo hilo. –Si intentas ahuyentarlo solo vas a empeorar las cosas. No está acos- tumbrado a eso. –¿Y qué me sugieres que haga? ¿Acostarme con él? America se encogió de hombros. –Ahorraría tiempo. –Le he dicho que iría a su casa esta noche Finch y America intercambiaron miradas. –¿Qué? –Me prometió que dejaría de darme la lata si decía que sí. Tú estarás en su casa esta noche, ¿no? –Pues sí _dijo America–. ¿De verdad vas a venir? Sonreí, y los dejé para entrar en los dormitorios, preguntándome si Travis haría honor a su promesa de no flirtear conmigo. No era difícil calarlo; o bien me veía como un reto o como lo suficientemente poco atractiva como para ser una buena amiga. no estaba segura de qué opción me molestaba más. Cuatro horas después, America llamó a mi puerta para llevarme a casa de Shepley y Travi. Cuando salí del pasillo, no se contuvo. –¡Puf, Abby! ¡Pareces una sin techo! –Bien –dije, sonriendo por mi conjunto. Llevaba el pelo recogido en la puarte superior de la cabeza en un moño descuidado. Me había quitado el maquillaje y me había cambiado