Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 155

dan bien las despedidas. —Necesito verte —dij o con voz desesperada. Suspiré. —Hoy tengo m uchas cosas que hacer, Trav. Todavía debo deshacer todas las m aletas y lavar m ontones de ropasucia. —Te arrepientes —dij o con voz quebrada. —No…, ese no es el problem a. Som os am igos. Eso no va a cambiar. —¿Am igos? Entonces, ¿qué coj ones fue lo de anoche? —dij o, sin poder ocultar la ira de su voz. Cerré con fuerza los oj os. —Sé lo que quieres. Solo que no puedo dártelo… ahora m ism o. —Entonces, ¿sim plem ente necesitas algo de tiem po? —m e pre- guntó con voz m ás tranquila—. Podrías habérm elo dicho. No tenías por qué huir de m í. —Me pareció la form a m ás sencilla. —Más sencilla, ¿para quién? —No conseguía dorm ir y no dej aba de pensar en qué pasaría por la m añana, cuando tuviéram os que cargar el coche de Mare y … no pude soportarlo, Trav — dij e. —Ya es suficientem ente m alo que no sigas viviendo aquí, pero no puedes desaparecer sin m ás de m i vida. Me obligué a sonreír. —Nos vem os m añana. No quiero que nada sea raro, ¿vale? Sim plem ente tengo que resolver algunas cosas. Nada m ás. —Está bien —dij o él—. Eso puedo hacerlo. Colgué el teléfono y Am erica m e fulm inó con la m irada. —¿Dorm iste con él? ¡Serás zorrón! ¿Y ni siquiera pensabas decírm elo? Puse los oj os en blanco y m e dej é caer sobre la alm ohada. —Eso no va contigo, Mare. Todo esto se está liando m uchísim o. —¿Dónde ves el problem a? ¡Tendríais que estar en el séptim o cielo y no rom piendo puertas o escondiéndoos en vuestrahabitación! —No puedo estar con él —susurré, sin apartar la m irada del techo. Puso la m ano encim a de la m ía y m e habló suavem ente. —Travis necesita algo de trabaj o. Créem e, com prendo todas las re- servas que puedas tener sobre él, pero m ira lo m ucho que ha cam biado y a por ti. Piensa en las dos últim as sem anas, Abby. Él no es Mick. —¡No, y o soy Mick! Me involucro sentim entalm ente con Travis y