Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 152

cio y los oí recorrer de puntillaselpasillo,hablandoentremurmullos. Habíam os em paquetado y a todas m is cosas horas antes, y m e estrem ecí al pensar en lo incóm odo que resultaría todo por la m añana. Había pensado que una vez que m e acostara con Travis su curiosidad se saciaría, pero en cam bio estaba hablando de estar conm igo para siem pre. Tuve que cerrar los oj os al pensar en la expresión de su rostro cuan- do se enterara de que lo que había pasado entre nosotros no era un prin- cipio, sino un final. No podía seguir ese cam ino, y m e odiaría cuando se lo dijera. Conseguí zafarm e de su brazo y m e vestí. Con los zapatos en la m ano, recorrí el pasillo hasta el dorm itorio de Shepley. Am erica estaba sentada en la cam a, m ientras Shepley se quitaba la cam iseta delante del armario. —¿Va todo bien, Abby ? —preguntó Shepley. —¿Mare? —dij e al m ism o tiem po que le hacía un gesto para que se reuniera conm igo en el pasillo. Ella asintió, m irándom e con recelo. —¿Qué pasa? —Necesito que m e lleves a Morgan ahora m ism o. No puedo espe- rar hasta mañana. Un lado de su boca se curvó en una sonrisa cóm plice. —Nunca has podido soportar las despedidas. Shepley y Am erica m e ay udaron con las bolsas. Durante todo el viaj e de regreso a Morgan Hall, no aparté la m irada de la ventanilla. Cuando dej am os la últim a de las m aletas en m i habitación, Am erica m e suj etó. —Van a cam biar tanto las cosas ahora en el apartam ento… —Gracias por traerm e a casa. Am anecerá dentro de unas pocas horas. Será mejorquetevayas—dije,abrazándolaantesdedejarquesefuera. Am erica no se volvió a m irar atrás cuando salió de m i habitación, y y o m e m ordí el labio nerviosam ente, sabiendo lo enfadada que estaría cuando se diera cuenta de lo que habíahecho. Mi cam iseta cruj ió m ientras m e la ponía por la cabeza; la electrici- dad estática del aire había aum entado al aproxim arse el invierno. Com o m e sentía algo perdida, m e hice un ovillo baj o m i grueso edredón y respiré por la nariz. Mi piel seguía oliendo aTravis. La cam a parecía fría y extraña, un brusco contraste con la calidez