Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 151

Alcé los oj os hacia él: su m irada era decidida y tierna al m ism o tiem po. Inclinó la cabeza, agachándose para besarm e tiernam ente, y entonces su cuerpo se tensó y em puj ó hasta estar dentro de m í con un pequeño y lento m ovim iento. Cuando retrocedió, m e m ordí el labio incóm oda; cuando volvió a penetrarm e, cerrélosojosporeldolorymis- muslosapretaroncon másfuerzassuscaderas,y m e besó denuevo. —Míram e —susurró él. Cuando abrí los oj os, volvió a penetrarm e y y o solté un grito por la m aravillosa sensación ardiente que m e causaba. Una vez que m e relaj é, el movimientodesucuerpocontraelmíosevolviómásrítmico. Elnerviosismoque había sentido al principio había desaparecido, y Travis agarraba m i cuerpo com o si no pudiera saciarse. Lo atraj e hacia m í, y gim ió cuando la sensación se volvió dem asiadointensa. —Te he deseado durante tanto tiem po, Abby. Eres todo lo que quiero —m e susurró contra la boca. Me cogió el m uslo con una m ano y se levantó sobre el codo unos centím etros por encim a de m í. Una fina capa de sudor em pezó a gotear sobre nuestra piel, y arqueé la espalda m ientras él recorría m i m andíbu- la con los labios y seguía en línea recta cuello abaj o. —Travis —suspiré. Cuando pronuncié su nom bre, apretó su m ej illa contra la m ía y sus m ovim ientos se volvieron m ás rígidos. Los ruidos que em itía su garganta se volvieron m ás fuertes hasta que, al final, m e penetró una últim a vez, gim iendo y estrem eciéndose sobre mí. Al cabo de unos pocos segundos, se relaj ó y su respiración se volvió m ás lenta. —Menudo prim er beso —dij e con una expresión cansada y satisfecha. Escrutó m i cara y sonrió. —Tu últim o prim er beso. Estaba dem asiado im presionada para replicar. Se dej ó caer a m i lado boca abaj o, con un brazo sobre m i cintura y apoy ando la frente en m i m ej illa. Acaricié la piel desnuda de su espalda con los dedos hasta que oí que su respiración se volvíaregular. Me quedé allí tum bada durante horas, escuchando la respiración pro- funda de Travis y el silbido del viento que hacía tam balear los árboles en el exterior. Am erica y Shepley abrieron la puerta principal en silen-