en su cuello. Cerré con fuerza los oj os e intenté saborear el m om ento.
Sabía que desearía volver a ese m om ento todos los días de m i vida, así
que lo viví con toda la intensidad de la que fuicapaz.
Él m iró por la ventana. Los árboles arroj aban una som bra en su
rostro. Travis cerró los oj os y sentí que m e hundía. Era terrible verle
padecer ese sufrim iento y saber que y o era no solo la causa…, sino la
única que podía librarlo de él.
—¿Trav? ¿Estás bien? —pregunté.
Hubo una pausa antes de que, por fin, hablara.
—Nunca he estado peor en m i vida.
Apreté la frente contra su cuello y él m e abrazó con m ás fuerza.
—Esto es una tontería —dij e—. Vam os a vernos todos los días.
—Sabes que eso no es verdad.
El peso de la pena que am bos sentíam os era dem oledor y m e inundó
una necesidad irreprim ible de salvarnos a am bos. Levanté la barbilla
pero dudé; lo que estaba a punto de hacer lo cam biaría todo. Me dij e a m
í m ism a que Travis solo consideraba las relaciones íntim as un pasatiem
po, pero cerré los oj os de nuevo y m e tragué todos m is m iedos. Tenía
que hacer algo, sabiendo que am bos perm anecíam os despiertos y tem
iendo cada m inuto que pasaba y que nos acercaba a la mañana.
Cuando le rocé el cuello con los labios, se m e desbocó el corazón, y
después probé su carne con un lento y tierno beso. Él m iró hacia abaj o
sorprendido, y entonces su m irada se suavizó al darse cuenta de lo que
y o quería.
Inclinó la cabeza hacia abaj o y apretó sus labios contra los m íos con
una delicada dulzura. La calidez de sus labios m e recorrió todo el cuerpo
hasta los dedos de los pies y lo acerqué m ás a m í. Ahora que habíam os
dado el prim er paso, no tenía intención de detenerm e ahí.
Separé los labios para dej ar que la lengua de Travis se abriera paso
hacia la mía.
—Te deseo —dij e.
De repente, em pezó a besarm e m ás lentam ente e intentó separar-
se. Decidida a acabar lo que había em pezado, seguí m oviendo la boca
contra la suy a con m ás ansiedad. Travis reaccionó echándose hacia
atrás hasta quedarse de rodillas. Me incorporé con él y m antuve nuestras
bocas unidas.